Como otras veces fui a la librería. No suelo mirar la mesa de novedades, pero esta vez lo hice. Vi tu libro. Lo hojeé. Y miré la foto de la solapa. En efecto, eras tú. Entonces recordé una fría noche en la pequeña ciudad. Ese día había llovido y mojado entré. La vieja iglesia se levantaba como una presencia fantasmal y decidida a un tiempo. Bebí el café y te pregunté algún asunto sin importancia. Me respondiste esbozando una muy tenue e irónica sonrisa. En ese entonces leías los arcanos, aunque esa noche no quise que lo hicieras. Recién llegado, como estaba, pensé en frecuentar el lugar. No sé si lo hice alguna vez. Lo he olvidado. Sin embargo, a pesar del avance, del progreso si quieres, algo se detuvo, allí,con esa iglesia en el fondo, la lluvia, el aroma, y la dependienta del otro lado de la barra.
2 comentarios:
Como otras veces fui a la librería. No suelo mirar la mesa de novedades, pero esta vez lo hice. Vi tu libro. Lo hojeé. Y miré la foto de la solapa. En efecto, eras tú. Entonces recordé una fría noche en la pequeña ciudad. Ese día había llovido y mojado entré. La vieja iglesia se levantaba como una presencia fantasmal y decidida a un tiempo. Bebí el café y te pregunté algún asunto sin importancia. Me respondiste esbozando una muy tenue e irónica sonrisa. En ese entonces leías los arcanos, aunque esa noche no quise que lo hicieras. Recién llegado, como estaba, pensé en frecuentar el lugar. No sé si lo hice alguna vez. Lo he olvidado. Sin embargo, a pesar del avance, del progreso si quieres, algo se detuvo, allí,con esa iglesia en el fondo, la lluvia, el aroma, y la dependienta del otro lado de la barra.
¿quién eres, anónomo? Dependienta, no exactamente...
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