lunes, 12 de diciembre de 2011

Ya salió el número 31-32 de la Revista Cultura Urbana de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. "Sexualidad Diversa"

Con textos de: Luis Zapata, Carlos Monsiváis, David Miklos, Gonzalo Lizardo, Mauricio Molina, Adriana González Mateos, Sergio Téllez-Pon, Sergio Loo, Isaí Moreno, Paola Tinoco, y muchos más.

martes, 15 de noviembre de 2011

Sólo algunos colaboradores de la Revista Cultura Urbana de la UACM.

José Emilio Pacheco. Carlos Monsiváis. Elena Poniatowska. Miguel Ángel Granados Chapa. Vicente Leñero. Jorge López Páez. José de la Colina. Francisco Hinojosa. José Kozer. Francisco Hernández. Bárbara Jacobs. José Agustín. Raul Renán. Enrique Serna. Norman Mailer. Torgny Lindgren. Juan Pablo de la Colina. José Hernández Campos. Mónica Lavín. Ana García Bergua. Alicia García Bergua. Pablo Boullosa. Carmen Boullosa. Ana Clavel. Magali Tercero. Cristina Rivera Garza. Guillermo Samperio. David Miklos. Agustín Monsreal. Hugo Gutiérrez Vega. Dana Gelinas. Ricardo Castillo. José Kozer. Leo Mendoza. Gonzalo Lizardo. Alberto Chimal. Ernesto Lumbreras. Mathilde Gerard. Richard Rogers. Óscar de la Borbolla. David Huerta. María Baranda. Rosa Beltrán. Ethel Krauze. Armida Durán. Coral Bracho. Tedi López Mills. Daniel Sada. Ida Vitale. Paola Tinoco. Pablo Raphael. Vilma Fuentes. Adriana González Mateos. Antonio Deltoro. Rafael Pérez Gay. Eduardo Antonio Parra. Fabrizio Mejía Madrid. Armando González Torres. Álvaro Enrigue. Santiago de la Colina. Martín Solares. Marc Villard. Cecilia Pérez Grobas. Martha Chapa. Alejandro Ordorica. Cathy Fourez. Emiliano Pérez Cruz. Daniel Fragoso. Luis Humberto Crosthwaite. Rocío Cerón. Sergio Raul Arroyo. Conrado Tostado. Hernán Lavín Cerda. Guty. Renán Pérez. Edén Bernal. Luis Felipe Dávalos. Alfonso Hernández. Javier Moro. Gabriel Hurtado. Sergio Loo. Sergio Téllez-Pon. Dalí Corona. Mariano del Cueto. Eugenio Echeverría. Víctor Sampayo. Abi Marwan. Daniel Escoto. Emilio Zomzet. Juan José Reyes. Édgar Reza. Andrés Ramírez. Óscar González. Gerardo de la Torre. Adolfo Castañón. Alberto Blanco. Josué Ramírez. Paola Jauffred Gorostiza. Antonio Helguera. José María Espinasa. Jair Cortés. Pablo Rulfo. Magú. Ahumada. Rocha. Mario López Rivero. El Fisgón. Daniel Alva. Emir Guerrero. Rosina Conde. Jeannette Porras. Adriana Diaz Enciso. Norma Abúndez. Angélica Santa Olaya. Daniela Camacho. Eve Gil. Trino. Mónica Ae. Lourdes Grobet. Lourdes Almeida. Sharenii Guzmán. Medardo Maza. Eduardo Langagne. Filemón Alonso-Miranda. Alejandro Pérez Cruz. Federico Gama. Enrique Covarrubias. Bernardo Fernández BEF... y muchos más amigos escritores, escritoras, artistas gráficos, camaradas, colegas, talentosos, talentosas...

domingo, 30 de octubre de 2011

miércoles, 19 de octubre de 2011

martes, 11 de octubre de 2011

miércoles, 28 de septiembre de 2011

viernes, 2 de septiembre de 2011

La Sierra Uacemita

En las faldas de la Sierra de Guadalupe se encuentran las instalaciones de la UACM Cuautepec.
Llegar a la primera es un poco difícil, pero una vez aprendido el camino y las bien colocadas señales, todo fluye tranquilamente y rápido. Recojo a un mohino pero aventurero Juan José a las seis de la mañana. Yo he tomado el camino una hora antes. Mi casa, ubicada en las faldas de la Sierra Nevada, queda a una hora de la colonia Del Valle, si uno es de acelerador fácil y espíritu madrugador.
El lugar es enorme. Nuestro apego a la arquitectura funcional y armónica nos responde con sonrisas. Hay un amplio asoleadero donde se reúnen los alumnos a fumar, a comer una torta de tamal, compartir bromas, besos, asuntos de la escuela…. La vista es sorprendente y abrumadora, los altos cerros mitad verdes, mitad grises se extienden por toda la larga cadena. Estos asentamientos irregulares, frenados tardíamente con un muro de contención, son el hogar de muchos de nuestros alumnos, hijos de familias pobres que nunca esperaron encontrarse con las puertas abiertas de una Universidad Autónoma, justo a sus pies. 

martes, 30 de agosto de 2011

¡Ya salió el sexto libro de la Colección Cultura Urbana Libros!

Un Lugar en el Sol y otros ensayos. Sergio Raúl Arroyo.
En gran formato.
Una edición de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

domingo, 24 de julio de 2011

Cigoto fanático y luchador social

Si en el primer momento hubiera elegido rezagarme o distraerme con la presencia de los demás competidores, no estaría aquí para contarlo. Todos eran más o menos parecidos a mi, o al menos así es como nos habrían visto ustedes, que creen que los espermatozoides son todos iguales. Quise decir que entre nosotros había diferencias  imperceptibles para los ojos poco avezados. Ustedes son lo mismo que yo, Cigoto, tengo por destino gracias a mi infortunio milenario. Mi deseo esencial es llegar a nacer como todos. Todos quieren triunfar. Quizá yo decida innovar y en el último momento quiera ser un perdedor. Si me dicen que vivir para matar espermatozoides es triunfar, entonces que me cargue el diablo cuando nazca. 
Sus principios fundamentales no son buenos ejemplos para mi. Son, además, muy despilfarrados. Ese mundo que en tan mal estado mantienen, más esa vida que dilapidan, hacen un combo peligroso. Yo querré nacer, crecer y vivir para enseñarles a administrar ese paquete como debe de ser. Quizá ese sea el único motivo por el que valga la pena ser un luchador y un triunfador; por el bien de las masas y su correcta administración.
En este instante en que aún gozo de la lucidez que me da mi memoria infinita, que a su vez me da el privilegio de estar viviendo la plenitud de mi gestación primaria, puedo decirles que he decidido luchar sólo para ser distinto a ustedes, y para hacer que cambien, alcancen la felicidad y la justicia en su vidas, y se desprendan de todo vicio y asunto material que les impida vivir conforme a la ley de Dios Nuestro Señor.

Belleza endémica

miércoles, 22 de junio de 2011

Cigoto devoto y conservador

No crean que por ser un simple cigoto no entiendo de asuntos sexuales, ni crean que no comprendo las acciones criminales que detonan la muerte de millones de los míos. Sé que entre ustedes bromean sobre nuestra existencia, les parece chistoso dejarnos morir de frustración entre esas ridículas bolsas de látex que se inventaron para no contagiarse de todas las porquerías que nunca podrán dejar de hacer. Nunca entenderán la importancia que esta carrera desesperada tiene para nosotros, negarnos la posibilidad de ser un solo triunfador o con suerte muchos triunfadores es un acto despiadado y perverso, que algún día han de pagar. Sí. Seguro van a decir que soy un conservador, un mocho. ¡Y lo soy! Lo soy desde diversas perspectivas. Soy un Cigoto devoto a la ley de Dios. Fui diseñado por una tecnología que ustedes pretenden vencer con sus bolsas de látex. No tienen una idea de lo fuertes que algunos de nosotros nos volvimos gracias a sus artimañas para matarnos: sus horribles espermaticidas, sus dispositivos intrauterinos, y todas las sucias patrañas para asesinarnos sin piedad justo para colocarle una macabra cereza al pastel de su cochinada. Mi padre es un hombre bueno, que se unió a una santa mujer. Ellos se amaron y no pusieron trampa alguna a este Cigoto, que ahora está hablando con ustedes.

viernes, 6 de mayo de 2011

La sonrisa invertida

La mesa estaba dispuesta. Víctor inhaló el vapor aromático que danzaba alrededor del banquete, y sin más testigo que un pétrido sirviente, se abandonó a los sabores. Hacía tiempo que la naturaleza no le dejaba abrazar otro placer. Permaneció largo rato sentado frente a la vajilla que hacía unos momentos brillaba y que ahora era una ciudad bombardeada y menguada sobre la cual reposaban los muertos.
Sus cachetes y sus labios estaban nuevamente en una mueca invertida de tristeza, que solamente se ponía al derecho ante una mesa bien servida por la noche.
Era extremadamente obeso, y estaba vestido apenas con descuido. No soportaba que los criados le pusieran las manos encima y tenía que vestirse solo, siempre con desgano. Sin embargo pedía que arreglaran la mesa como si todas las cenas hasta el fin de su vida, fueran cenas de gala.
La espera del día había sido sólo una prolongada ansiedad por comer, como el ansia de un cachorro.
¡Cuán efímera es la felicidad! Todo había llegado a su fin y Víctor tendría que esperar el postre para seguir viviendo.
Alguna vez una mujer lo deseó, con ansiedad de cachorra quiso que él se casara con ella. Pero nada en el mundo logró excitar a Víctor, hasta que la amargura le hizo ver que no hay nada que lo excite, salvo el olor de la cocina y la presencia de una buena cena. Pronto una voz susurraría una exhortación y lo desprendería de la cama. Él dejaría de sentir el peso de su carne abundante y sería conducido por un pasillo de olores hasta el paraíso donde nunca dejaría de comer. Algunas lágrimas se derramaban ante la contemplación de aquel pensamiento. Suspiró: recordó el rostro del médico que había cobrado millones por mantenerlo con vida. Ahora anunciaba un riesgo cercanísimo. El rostro del doctor mostraba siempre constante preocupación –completamente genuina- por preservar la vida de su paciente.
Víctor, pese a lo que muchos podrían pensar, tenía un profundo gusto por la vida. ¿Cómo podría tener gusto por la vida un hombre cuya existencia consistía en pasar todo el día acostado esperando que llegara la noche, un hombre que vivía para esperar la hora de la cena? Pues así era: su enfermedad le dolía porque –como ocurre a todos los vivos- le quedaba una pizca de duda con respecto a si después de muerto esos platos deliciosos que preparaban sus criados continuarían apareciendo todas las noches, como una única hora de recompensa arrebatada con ansiedad de cachorro a veintitrés horas de sufrimiento.
Recogió sus miembros y los dejó caer en desorden sobre el sillón, trabajosamente, gotas de sudor le recorrían la frente y caían hasta los labios. El criado se acercó para secarlo con una servilleta pero él lo rechazó con toda la violencia que un hombre en su estado podía expresar. Entonces le pidió que le trajera el café y los pasteles. Engulló con apremio todo y luego dejó que sus ojos se perdieran largamente en el vaivén de la barriga que se elevaba inundando aquello que alguna vez fue su pecho. Dejó su cabeza caer en una digestión soporífera. Pero de repente un cristal le estalló dentro y mil esquirlas punzaron sus vísceras, cayó al suelo y su cuerpo pesadísimo se crispó y se agazapó sobre la alfombra como si de una enorme y pálida cochinilla se tratara. Su cabeza cobró lucidez y cada diente de su alma se hincó a la vida, a esa flatulenta permanencia donde todo había sido sustituido por banquetes. La muerte no se presentó lo suficientemente apetitosa ante el comensal, y este simplemente decidió no comérsela. El doctor lo encontró sin sentido y horas después sus ojos se hallaron iluminados por un tenue sol matutino.
Víctor sólo deseaba, con su sonrisa un poco menos invertida que de costumbre, que llegara la hora de la cena.

Cuerpos

Todo aquel que sea dueño de un cuerpo tiene la obligación moral de protegerlo y cuidarlo con esmero. Debe ser dueño, además, de todos los recursos necesarios para que ese cuerpo no se muera de hambre o por enfermedad. Quien no posea los recursos necesarios para mantener su cuerpo en las condiciones adecuadas, estará condenado como especie a desaparecer. Es por eso que en ciertos lugares del mundo tantas personas, animales y seres en general, simple y llanamente, se mueren.
Hemos crecido en una sociedad en la que el principal culto se le brinda a la presencia física, puesto que ella es la representante del consumo. La mayoría de los planes publicitarios incluyen uno o más cuerpos, que se materializan en uno o más modelos. El cuerpo libre de defectos será el principal candidato para representar al consumo. El consumidor idóneo será el que posea un cuerpo hermoso y feliz.
La vida lleva a ciertos individuos a enfrentar situaciones que los ponen en riesgo de perder el cuerpo. Quienes viven en países en guerra, quienes sufren accidentes, quienes realizan trabajos de alto riesgo. Quienes padecen hambre.
En el reino animal muchos pierden el cuerpo por la sequía, la contaminación, las inundaciones, las cacerías, etc. En el reino vegetal mueren mucho más individuos que en cualquier otro. Los incendios forestales son una causa; la tala, la construcción, la agricultura, la deforestación... La tierra está poblada por seres que se encuentran en el riesgo permanente de perder el cuerpo.
Muchos, quienes tienen la suerte de vivir en paz y provistos de alimentos, en cambio, luchan encarnizadamente para conseguir el cuerpo perfecto. Se agotan en sesiones de gimnasio, hacen rigurosas dietas, se someten a dolorosas operaciones.
Pero más que estar bello el cuerpo tiene como primicia estar vivo. En las sociedades de consumo se ha perdido incluso la capacidad para sobrevivir en caso de perder la casa o el coche. En todo caso, esta capacidad se le exige al sistema. El sistema ideal es aquel que ha absorbido la capacidad de supervivencia de sus habitantes. Los habitantes del sistema ideal no deben la supervivencia de sus cuerpos a la caza o la pesca, ni mucho menos a la agricultura o la recolección. Un derrumbe de este orden a partir de una catástrofe natural está muy lejos de su alcance previsor y haría patente la incapacidad de supervivencia de sus habitantes. La naturaleza y sus desastres tienen un poder inconmensurable. Ante el cual el cuerpo es una entidad endeble.

sábado, 30 de abril de 2011

Dos flores enormes en un enano

Elogio a Gerardo Deniz

Hay un poeta que marca a las nuevas generaciones mexicanas. Un hombre nacido en España y venido a México por la Guerra Civil. Su nombre es Juan Almela y se ha hecho famoso como Gerardo Deniz. Los entusiasmos que ha encendido no son ya tan recientes: comienzan con Octavio Paz, un poeta que nada le debe pero que supo leerlo, y llegan hasta ochentenos. En medio hay poetas tan importantes como David Huerta y poetas de una generación más joven, entre los que están Aurelio Asiain, Fernando Fernández, Josué Ramírez, Julio Trujillo. Todos dicen que el poeta más joven de México es Gerardo Deniz, nacido en España en los ya no muy cercanos años treinta del siglo pasado. ¿Qué hay en la poesía de Deniz que hace brotar tanta admiración y que tiene tanta influencia entre los jóvenes? La de Deniz es una poesía difícil. Su vocabulario suele estar poblado de términos científicos recónditos o muy especializados. Suele Deniz contar una historia en cada poema, al menos una escena. No es un poeta que cante, en el sentido en que pueda cantarle a algo o a alguien. Expresa en ocasiones embeleso ante una figura femenina… pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones: se trata, si uno logra descifrarlo, de la figura de una muchacha que aparece en un afiche que el poeta vio en un muro del metro.
Deniz es un melómano. Lo sabe cualquiera que haya platicado con él, y también puede constatarlo el que lo haya leído con algún cuidado. En su poesía no es rara la aparición de la música, como referencia y también como parte del mundo que se registra. Pero sobre todo la música está fluyendo en la poesía de Deniz. Creo que ésta es la clave de su poesía. Una música de diferentes ritmos. A veces de largo aliento, en poemas largos. A veces en versos cortos, relampagueantes. Siempre el conjunto da la impresión de una música a veces trepidante, como un hip hop quizás, como una música sincopada.
Deniz tiene un oído de privilegio. Acentúa como nadie, y de ahí nacen sus ritmos. Y además, last but not least, está la actitud del poeta. Deniz es un poeta con actitud.
Hay sin falta un ánimo de juego en la poesía de Deniz, de hacer estallar el lenguaje convencional. ¿El lenguaje? Lo que hay detrás de este lenguaje: la mirada a ese mundo. Deniz mira el mundo de otro manera. Lo hace desde una inteligencia radical. El mundo se convierte de esta manera en una suerte de gran laboratorio, de campo de exploración.
Lo que ha sucedido es que se ha roto el orden temporal. Esos “todos los días” no podrán ser medidos como se miden los días comunes y corrientes. Las palabras y las líneas del poema son los momentos de aquel tiempo. La poesía es un juego definitivo, en consecuencia.
Con todo esto, Deniz no parece tomarse a sí mismo demasiado en serio. Él mismo considera que casi todo lo que ha hecho son textos, más que poemas. Si acaso, dice, algunos poemas.

jueves, 28 de abril de 2011

La herida en el cielo

En cuanto el zumbido exasperante de esas moscas deja de escucharse sé que por fin he comenzado a vivir. Estoy aquí para esperar la noche, suelen ser mis días irreconocibles: una espesa cortina azul sobre mis ojos cubre siempre la claridad, pero tras mi domo puedo presentir una estrechez tan asfixiante como mi espacio. 
Las moscas son mis guías, este espacio azul está atestado de ellas, de zumbidos, de diminutas patas cosquilleando en mi piel.
El mundo entero se parece a mi. Todos los hombres viven como yo: cometiendo el error de sentirse distintos, aletargado a fuerza de inyecciones antiellos y costumbres, con el cuerpo atado. Sólo una cosa los diferencia de mi; su aparente búsqueda y su sufrimiento. ¡Pobres! Cuántas cosas piensan cuando casi se ahogan entre aglomeraciones o sacrifican una muerte fácil al trabajo y la espera.
En mi mente, según oí decir, vive una devastadora guerra contra la cual mis sesos no podrán luchar. Eso es mentira; yo ya encontré lo que buscaba.
¿Cómo vivirán las moscas del exterior? Cada vez que a mi país llega una visitante extranjera puedo notarla al instante; zumba en un acento húmedo y melodioso que se distingue del ruido seco que emiten las moscas de aquí.
-Este loco apesta a mierda- dijo la mujer de los dedos de hule cuando vino a cambiarme las sábanas.
Mi peste es única y gozo el privilegio de tenerla a mi lado como la más fiel de las compañeras que copulará conmigo hasta que el jabón y el desinfectante nos separen.
Cuando el ruido del día acaba, mi detestable enjambre de moscas se reúne en el domo para la rigurosa orgía, hacen el amor y rompen mi paz con zumbidos de placer, se quedan inmóviles, sumidas en una envidiable tranquilidad. Hundo mi cabeza bajo las sábanas, y ella se introduce por mis oídos, por los labios, por los ojos, penetra violentamente por mi nariz, cosquilleando en los pulmones, llenando el interior de mi cuerpo hasta que la espesura ácida y dulce comienza a colarse lentamente hacia el exterior, y mi cuerpo, incapaz de soportar ese placer excesivo la expulsa en forma de cálida espuma que al posarse sobre mi vientre, aun convulsionado, incrementa la delicia de mi peste, y esa es una felicidad incomparable.
Al despedirse los últimos delirios de la noche, la mujer de los dedos de hule me despierta y siento sus pesadas manos empujarme de un lado a otro, levantarme como a un muñeco de trapo, desprender las sábanas del colchón, llevándose con ellas un entrañable trozo de mi peste, sustituirla con un deprimente olor a naftalina, luego la escucho exclamar: “¡Nunca podré entender como se masturba con las manos atadas!” y salir, dejándome en la sucesión de procesos mentales que se apretuja tristemente en mi cavidad.
Tengo una eternidad para pensar. El tiempo no existe, sólo un espacio que presenta leves modificaciones de las que soy testigo sensitivo; eso me cansa, pero si ahora mis pies se apoyaran en el limen de la muerte aspiraría el último mordisco de aire con delectación.
Aprendí a sentir hace algunos años. Comencé por el más codiciado de los sentimientos. Me acerqué a las personas sin diferenciar unas de otras. En ese tiempo tenía la ingenuidad de creer que era posible amar a todos. La filantropía exige gastos insolventables para un solo hombre. Decidí concentrarme en un sector humano específico: las mujeres. Sin embargo me di cuenta que a estas criaturas no se les puede amar, pues tal acto significa transformarlas en monstruos de extremidades anciroides que te enganchan sin piedad al más mínimo descuido. Preferí olvidarme del amor, aprovechar el miedo que en mi se había forjado, llevarlo hasta las vísceras, hacerlo vivir en el tuétano. Hoy la conciencia de mi ruindad me hace recordar que estoy vivo, y soy un hombre feliz, aun envuelto en la más fragosa tristeza.
Por casualidad logré entrar a uno de esos lugares que llaman manicomios; ahí habitaba una especie de bestias casi tan temible como las mujeres. Me sentí, sin embargo, identificado con esas fieras y sé que aquellos seres son dignos de la tierna admiración.
Una noche escuché el estruendo de una cuchilla voladora, supe que la capa del cielo se rasgaría y tuve frío. Chorros de sangre azul derramados, el líquido divino encharcado, las membranas del mundo desgarradas, la nariz del dios desconcertado asomando por el boquete, y yo, ahogado de tristeza, sin poder respirar en el fondo de aquella cruenta profundidad celestial.
Me trajeron aquí para ocultarme que la vida se rompería, estallaría como estalla mi cuerpo al amor de la sagrada peste y me engañaron diciendo que no era el cielo, que era yo.
No volveré a creer, sólo amaré mi peste y odiaré a quien pueda arrebatármela.
Todos los hombres vivirán como yo: protegiéndose de la tormenta, con un paño azul cubriéndoles los ojos para simular aquello que fue el ahora raído cielo, odiando con cada inyección antiustedes que todos los días punza esa mujer con sus repugnantes dedos de hule, deseando estar en un espacio confortablemente ocupado por el vacío, donde se puede vivir sin proferir una sola palabra y entendiéndolo todo en la más exquisita simplicidad.
Todos los hombres vivirán como yo, esperando la noche para encontrarse al fin con la sublime peste.

domingo, 10 de abril de 2011

Balita

Yo les diré hoy todo lo que es cierto. Es cierto que copular con uno que no sea yo es pecado, y también es pecado comprarle algo a otro que no sea yo. Es cierto que el mundo se va a acabar, pero se acabará hasta que yo lo decida y tenga suficiente para poblar la Luna, con una selecta secta de personas perfectas como ustedes. Síganme.

domingo, 3 de abril de 2011

sábado, 2 de abril de 2011

lunes, 28 de marzo de 2011

La vida horizontal

Últimamente pienso que debería ampliar mi jardín, colocarle un cielo raso de manta blanca a mi estudio y también pienso en ampliar mi cuarto. Pienso en colocar algunos paneles de vidrio a la terraza para que mi habitación crezca y tenga un invernadero. Aunque mis ayudantes dicen que hay quienes dicen que si pongo ahí demasiadas plantas, podría morir. Hay tanta luz en esa área que las suculentas viven muy felices.
La ampliación de mi habitación no sólo abarcará tres dimensiones. Tengo el claro proyecto de ampliarla a cuatro. Colocaré un acceso a un desayunador justo frente a mi cama. En la pared que queda ante mí cuando duermo. Es decir, en el techo de mi habitación. Por la noche daré pasos sobre el ventanal que queda a mis pies, y como seré tan ligera como un sueño, mucho más que una niña anoréxica, no quebraré ningún vidrio. El desayunador tendrá una ventana que dará a una mañana soleada, siempre hermosa, que entrará gentilmente cuando yo empiece a dormirme y me despertará en un día que pertenecerá a la dimensión desconocida. Este último punto de mi proyecto no me agrada tanto, porque lo imposible suele estropear los planes. Sin embargo para mi, que tengo el poder de hacer de los imposibles aburridas realidades, nada parece demasiado imposible.
Últimamente he soñado con un hermoso can de grandes ojos. Pienso invitarlo a venir dentro de mi cuarta dimensión. Cuando cruce mi can por la puerta que construiré en el techo de mi habitación, tomará forma humana y masculina, y será mi amante. Cuando tengo un sueño feliz siempre le agrego magníficas escenas de sexo que pueden durar toda la noche. La felicidad debe ser el sueño del sueño mismo que se cumple en un estado horizontal, como en el vuelo, como en el andar de un perro y como en el sexo. Cuando un sueño alcanza la verticalidad se desmorona.
He proyectado ampliar el jardín de mi casa para que ahí viva una hermosa pareja de borregos. Ellos podarán el pasto y me regalarán buen abono para mis ciruelos. He soñado prolongar mi camino hasta el infinito. Un camino bordeado por una arboleda nunca es suficientemente largo. He soñado con eternizar el paraíso; pero caigo en la cuenta de que merezco la sequía y el frío abrasador. La eternidad de la belleza no existe a menos que seamos capaces de inventar una sequía llena de abundancia y un invierno lleno de calor.
Últimamente he soñado con un hombre que tiene ojos de perro. De tanto soñarlo he decidido invitarlo al departamento que construiré después de abrir una puerta en el techo de mi cuarto. La cruzaremos juntos: ahí habrá un desayunador, una ventana, un hogar... Podría ser un departamento en la ciudad. La felicidad también es un asunto cosmopolita. Ruido, vida nocturna, diversión, tráfico, trabajo, besos apasionados por la noche… Las ventanas de nuestro departamento darán a un parque habitado por árboles gigantes; ahuehuetes antiquísimos bordearán un lago; robustos y solitarios tejos vivirán a lo lejos. Ese enorme parque estará rodeado por altísimos edificios cilíndricos, que a su vez estarán rodeados por extensos parques que se multiplicarán hasta el infinito.
Tengo el proyecto de ampliar mi vida. Construiré una ciudad horizontal en el techo de mi cuarto. Una ciudad que conviva con el campo, donde miles de pájaros coloridos vuelen por las avenidas, donde abunden ríos y lagos. Una ciudad de verdad. Dejaré entrar en mi enorme vida a un hombre con los ojos de perro.

domingo, 20 de marzo de 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Mi ojo izquierdo

Soy ligeramente estrábica, mi padre padece esa misma bizquera.
Mi ojo derecho está quedándose ciego y no hay poder que lo detenga.
Con mi ojo izquierdo, sin embargo, puedo distinguir el color de los pocos cardenalillos a decenas de metros de distancia y puedo diferenciar las escasas casas pintadas de las que no lo están, a kilómetros. Mi ojo izquierdo divisa a los casi extintos arrieros. Mi ojo derecho alcanza apenas a ver sombras de cerca, mi vista ante ellas es como la de un perro viejo. 

jueves, 3 de marzo de 2011

¡Ya salió!

Y después de largos meses en imprenta, salió al fin el último de la revista Cultura Urbana (que edito al lado de Juan José Reyes y Juan Pablo de la Colina) de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, con tema "Agua"
Con autores: Vicente Leñero, Torgny Lindgren; Pablo Raphael y Paola Jauffred Gorostiza, entre muchos otros. Encuéntrala en Sanborns y Educal.







martes, 1 de marzo de 2011

Yo almendrita

Yo soy una almendra que se empapa en la humedad forajida. Tú, cosmopolita, que desconoces mi profundidad de semilla, te has ido a todas partes sin que yo quiera seguirte.
Es semillismo mi desamor, asunto de familia. Revisa mi árbol genealógico.
Yo quiero un vástago de raíces nuevas, un rebrote en la muerte perenne. Esa enorme talla que sueño crecerá feliz junto a una enorme agonía.
Si tú decides quedarte tendrás que alimentarte de una tierra poblada por gusanos e insectos mercenarios. Honestamente, si veo tu débil raicilla, hombre, sospecho que todo lo que conseguirás será dejarla morir como una lombriz bajo el zapato de un transeunte.
Ve a donde quieras, seguro de que no te seguiré. Cuando estés en el aeropuerto todavía pensarás en mí, me amarás, y sentirás francos deseos de volver. Pero una vez que empieces a surcar el cielo vas a ver cuan pequeña, diminuta en el más diminuto de los sentidos, soy.

Primera

Amorosa

Tú y yo no nos conoceremos nunca en la intimidad, pero vamos a ir juntos por el mundo hasta que la muerte -mi muerte- nos separe. Te diré por qué.
Entiendo que para ti ser tan hermoso tiene un costo. Llegar a tener un cuerpo y un jardín como el tuyo debe implicar una tarea ardua. Debió costarle largos años de sacrificios a tu raza llegar hasta tu espléndida perfección. Generaciones y generaciones de tributo a la hermosura. Pero debo decirte que tu jardín es la vida de mi vida y no me marcharé, ni pagaré ningún costo, salvo el de mi vida.
Yo vivo vigilando tu intemperie. Inhalo el aire tuyo que se queda impregnado en mis extremidades. Tu aroma me perturba cuando vuelves del jardín. Yo soy un insecto que te ronda, y te vigilo posado en una hoja cuando trabajas en las hortalizas. He sobrevolado muchas veces por las cercanías de tu espalda morenísima y desnuda. Cuando te das un breve descanso, me voy contigo a la cocina y te veo comer, con las manos lavadas y el pelo sucio. Te observo embelesada hasta que dejas en el plato los restos suficientes para mi propio sustento. Cuando te apartas de la silla queda en ella un intenso olor a dulzura; todo tú eres miel, y yo soy toda mosca. Nunca sabrás el placer que para mi como mosca representa el tenerte cerca de mi. Es amor: es carencia y plenitud, propiamente dicho, -ni se te ocurra creer que por ser mosca no soy propia- es un sentimiento limpio y sublime que va más allá de mis elegantes y precisas extremidades, entrenadas al mil, capaces de ejecutar movimientos velocísimos para evadir el golpe de tu matamoscas o el matamoscas de tu mujer. En cuya piel, por cierto, también me he posado, sólo porque me intriga saber a qué sabe tu perfume cuando se mezcla con el de ella en ciertos momentos.
Cuando estás trabajando en el jardín me resulta más fácil posarme sobre ti, he practicado técnicas diversas para lograr el roce de mis extremidades sobre esa piel tuya. Cuando lo logro tu contacto me provoca fuertes suspiros. Las moscas suspiramos todo el tiempo. Somos seres románticos y amorosos, y yo en particular, soy una mosca muy cursi, pero tú eso nunca lo sabrás. Tú me verás como una mosca cualquiera, para ti todas las moscas somos iguales, pero te equivocas; todas somos distintas. Tú no intentarás acercarte a mi como yo a ti, con este amor incondicional. Tú nunca sabrás nada sobre mi. Sólo que emito molestos zumbidos -suspiros que no comprenderás- y que me poso sobre tu plato. Yo, la misma mosca, la única e irrepetible mosca que te ama. No sabrás que estaré aquí, lo más cerca que pueda de tus labios, de tus axilas, hasta el momento en que me aplastes.

domingo, 27 de febrero de 2011

Perales

Un mexicano

Pertenece al precario staff de opinión de un país en crisis, que, por lo demás, hace largos años está en un status muy inferior a la mediocridad. Sin embargo, no es la mediocridad lo más grave de su caso, sino la vulgaridad con que los propios medios se burlan de un colega, situado más arriba que la mayoría, es cierto, pero que no es mucho peor que ninguno del resto de los miembros del staff de opinión de toda la televisión comercial. Ellos son, pues, los cangrejos de abajo; él es un hombre mediano o quizá menos que eso, que tuvo a bien venderle su alma a una compañía televisora anodina e irresponsable, cuyos televidentes prefieren entretenerse en ver el escarnio y la gracejada en torno a un comentarista de noticias, que ver al interior de sus propias casas; que son incapaces de denunciar la gravedad de su propia situación, o de la situación del país entero; manejado, por cierto, por un sistema que ni con toda su fuerza alcanza a evitar las matazones o la pauperización, o un largo etcétera.
¿Se han ido a dar una vuelta por los pueblos -cada vez más feos- que circundan la Ciudad de México o cualquier capital nacional?¿Se han dado una vuelta por los cinturones de pobreza?¿Han contemplado la deforestación?¿Le han echado un ojo al agua de la mayoría de nuestros ríos?¿No les parecería -ya en serio- más productivo entretenerse en ver como se resuelve todo aquello?¿Por qué no hacen reportes diarios de la jodidez y aumentan su rating?¿Por qué suponen que un noticiero incapaz de transmitir toda la verdad merece tener un mejor líder de opinión? No entiendo porqué están tan contentos. ¿Porqué traen tanto cotorreo?¿Les recuerda Juayderito que el mexicano no es gringo ni mucho menos inglés?¿Les recuerda que el mexicano es pobre, es naco, es inculto?¿Qué tiene eso de gracioso?

martes, 15 de febrero de 2011

Alienación

La palabra remite al concepto de ‘Otro’. Ser ‘otro’ o tal vez ‘estar fuera de uno mismo’, ‘estar en otra condición’, no humana plenamente. En tal sentido es hermana la palabra a ‘enajenación’, que hace referencia a alguien que es ajeno a sí mismo. Puso en boga el concepto el marxismo. Para Marx el trabajo, en vez de ser fuente de realización humana, se convierte en factor alienante cuando no es en beneficio del que lo realiza sino del propietario del capital. Esto sucede desde la esclavitud y desemboca en las sociedades capitalistas. Al referirse a la religión como ‘el opio del pueblo’, Marx decía ni más ni menos que la religión aliena al ser humano.
Por otro lado parecería que el ser humano necesita alienarse, aunque sea un poco. Necesitaría, por decirlo así, de cierta dosis de alienación para vivir. De esta idea nace otra: hay diversiones ‘buenas’ y diversiones ‘malas’, es decir unas convenientes y otras inconvenientes. Tales diferencias las impone la moral en turno.
Al cambiar la moral, es decir: en nuestros días, diversiones que antes se consideraban como prácticas enajenantes o alienantes son vistas como normales, deseables o hasta necesarias. Es curioso: en los días que corren el uso de vehículos que lo sacan a uno de uno mismo, es bien visto.
El general de los usuarios de las redes sociales y la web seguro puede comprarse una computadora y una conexión a internet, quizá algunos se estén pirateando la línea. Todos son más o menos guapos, más o menos listos… Todos se creen valiosos o creen tener algo qué decir. Comparten pequeñas esferas, entre las cuales se buscan, se persiguen, se siguen. Todos tienen una intensa necesidad de reconocimiento, incluso aquellos frecuentísimos que plasman sus statements en formas ingeniosamente sarcásticas. Aquellos grupos que se exaltan a si mismos como “perdedores”, ”loosers”… inconformes que apenas son capaces de expresarse con una pasividad pasmosa, una pasividad que les impide salir del Estado de Alienación, que convierte sus estados de conciencia en líneas, en partes de un gran cadáver exquisito e intangible, en un Gran Alien Universal…
¿Qué experiencia más vívida que posar durante horas ante una computadora, esperando que responda algún amante, buscando desesperadamente información útil para la próxima reunión entre amigos –quienes aun los conservamos-, música reciente y vieja, pornografía…?
Si alguien tomara hoy una fotografía global de todos nosotros, quienes vivimos muy cerca de la máquina, de la computadora, seguro encontraría millones y millones de alienados; de personajes pasivos e hiperactivos a la vez, gracias a los cuales el sistema engorda y la red se vuelve más y más poderosa. Gracias a los cuales el sistema económico entero se vuelve más productivo; más rentables se vuelven las empresas, más mecanizados se vuelven los individuos.

sábado, 5 de febrero de 2011

martes, 1 de febrero de 2011

Balita

(En La Bala Enamorada.)

Sé que sabe que yo le dije veladamente lo que nunca repetiré. Sé que ella y él y otro y quizá aquel y aquellos y aquellas saben que yo le dije todo... a él, sí, a... Ya sabes... Ese que tiene oidos que se reproducen, que están en perenne fornicación.
Yo vine aquí a decirte que esto lo dije para que él recordara lo que le dijo sin tener que repetir yo lo que veladamente ya le había dicho y que no repetiré.
Veladamente te lo dije a ti también. Te lo dije.
Aquello nació de un diálogo que tú no conociste, puesto que no pronuncié palabra alguna al respecto. Pico cerrado, chitón, candado en boca como San Ramón. Todo esto nació de un parlamento al que tú nunca accediste. O no sé.
Sé que le dijo a él que yo era eso que alguien le dijo que yo era. A él, sí, a... Ya sabes... Ese que tiene bocas que se reproducen a la par con los oidos en fornicación perenne que tiene aquel otro...

sábado, 29 de enero de 2011

martes, 25 de enero de 2011

Izquierda, derecha...

Tengo perdida una buena parte de mi memoria, y sin embargo hay segmentos que recuerdo nítidamente; en general están relacionados con plazas repletas de personas llenas de esperanza. Mis hemisferios se cuatrapean, y como consecuencia, cada vez, como ustedes, me olvido más de los demás, me sumerjo en el ruido de mi mismo, en la presencia fantasmal de mi nombre impreso miles de veces. Mi nombre. Mi nombre en todos los medios y géneros. Mi nombre y la gente. Mi nombre y el de la gente necesaria. La gente necesaria que tiene un carácter tránsfuga, y se vuelve de pronto la gente inútil. Mi nombre y el de las personas acarreadas. Mi nombre en el fondo, música en un centro comercial, virgen que me habla, aparición estampada en mi camiseta, tinitos en mi tímpano, discurso en el terregal... Mi nombre empolvado. Respuesta repetitiva de mi mismo: mi nombre inscrito en un caudal de caudales.

domingo, 16 de enero de 2011

Poco amable

Te quiero
y pretendo
hacerte
horrendo,
macilento,
lento,
tonto,
descontento;
un pelele,
un zoquete
con telele,
y dejarte
en el suelo
de un moquete.

sábado, 15 de enero de 2011

Happy corner

La playa saludable

Siendo aun muy niña alguien me dijo que en una de mis vidas pasadas mi nombre había sido María Antonieta; yo no había sido la reina, sino otra, una mujer intrascendente. Curiosamente, pensar en la cabeza cortada de la reina constituyó los pininos de mi imaginación morbosa. A partir de ese momento mi cabeza no volvió a abandonar la sangre. Mi tierna infancia estuvo oscurecida por sueños recurrentes sobre soldados y playas cubiertas de cadáveres. Una playa, pues, no fue nunca para mi solamente el lugar sano y alegre de los vacacionistas, sino el lugar de las ejecuciones y las repeticiones de las balas, el lugar de los decapitados, el lugar donde desaparecía rápidamente la carne de los muertos al calor de las aves.

Alone

sábado, 8 de enero de 2011

jueves, 6 de enero de 2011

Sol negro

La salida

La entrada es por ahí. Cuando llegues vas a reconocer una puerta al fondo, vas a recordar su roce con el marco. Tras la puerta hay un jardín y luego un cuarto con una cama; reconocerás en sus paredes tus cuadros. Sobre esa cama nuestros rubíes salpicarán las sábanas como gotas de amor, como gotas de sangre de mi sangre. Antes yo crucé con desesperación diletante los muros y los témpanos de hielo, para encontrarme con tu nido hueco y negro. Al fin estás ante mi, te veo. Eres más triste que una gota de lágrima después de la mordedura de una nauyaca. Eres el enviado de dios para hacerme purgar mis pecados. No tengo otro remedio que arrastrarme a tus pies. Eres alto. He hablado con admiración sobre ti muchas veces, pero ahora que te conozco... Desde aquí abajo puedo ver tus ingles, desde aquí veo tus manos blandengues y nerviosas. No te preocupes, ahora que te vayas borraré tus visiones y seguiré hablando con admiración sobre ti, como si nunca te hubiera conocido.

Ese nombre

Me es familiar. He tenido ancestros, novios, maridos y hasta hijos adoptivos y no, que lo han llevado. Todo buen nombre debe llevar las virtudes de quien lo lleva; todos los hombres a quienes conocí, y que se llamaron así, las llevaron. He sido una buena madre. Yo soy, pues, además, la madre de cada hombre que se llama así; parí a mi ancestro, a mi novio, a mi marido y a mis hijos adoptivos y no. Yo los alimenté con mi pecho a todos, y por si fuera poco, soy quien les da valor... yo los embellezco, los hago felices... Cada hombre, a cambio, me redime, esa es la enorme recompensa de ser madre de todos. Cada nombre que le pongo a cada uno de mis hijos es la promesa de una nueva venida, es emancipación, es cura de la herida. Pero no sólo eso; cada hombre que yo he conocido y que ha llevado ese nombre es mi amante.

miércoles, 5 de enero de 2011

Tu silueta suena y sabe a serpiente

Sin preguntárselo a mi mente mi alma fue a buscarte y te encontró, o eso creí. Vi tu silueta. Era una situación conocida, parecida a aquella del castillo mil veces relatado de las almas. Hay dudas. Quizá la piel dormida que encontré estuviera muerta y no fuera la tuya, si no la piel de una serpiente partida en dos, divida por el machete de un campesino.
Yo besé aquella parte que creí eran tus labios, y los vi susurrar canciones que sonaban a silueta y a silbido y sabían a sal. Tu silueta se sacudió sobre mi como un látigo, se me enredó como una anaconda, me hizo llorar sangre como una nauyaca. Tu silueta me hizo pagar mis pecados, como cualquier serpiente. Entonces me convertí en machete y partí tu piel en dos.