sábado, 16 de junio de 2018

Legado fantasma

Me dijeron muy al principio que esto iba a constituir un juego de resistencia, yo sabía a lo que iba. Al inicio de mi carrera como fantasma profesional me dijeron que tendría que pasar por rudas pruebas. Durante mi entrenamiento se me dotaría de una armadura de carne, me advirtieron que esa armadura dolería y que su cuidado y mantenimiento requeriría varias horas de ejercicio intenso a la semana. Yo hasta entonces era un fantasma un poco tímido e inexperto, sabía que pronto me llegaría el momento pero no tenía grandes aptitudes en el arte de manejar cuerpos. Cuando al fin me dieron uno descubrí con alegría que se trataba de uno bastante lindo y proporcionado, y además femenino. Me instalé ahí no sin cierto nerviosismo e incertidumbre, pero en pocos días empecé a sentirme cómodo, me gustaban mis piernas y mis nalgas, también mis tetas, me divertía y no terminaba de agradecer por tanta suerte. Resulta que en ese momento la antigua dueña de mi cuerpo tenía un novio, según cuentan sus amigos se llevaban muy bien, estuvieron juntos varios años y todo mundo pensaba que no se separarían nunca, pero el día en que me vi en la cama con él, sin deberla ni temerla, ocupando yo el sitio de una chica con tan mal gusto, salí de ahí despavorida. 
Inmediatamente después empecé a revisar las cuentas bancarias y documentos de la antigua inquilina de esta carne tan firme, y cuando terminé mi trabajo de investigación de veras no podía creer en tanta suerte, porque la chica era hija única de un señor rico y había heredado varios bienes, hacía apenas dos años de la muerte de mi benefactor. Al día siguiente de este hallazgo hice un tour por mis nuevas propiedades, elegí una en el campo. Yo soy un fantasma profundo y espiritual, valga la redundancia, y aunque mi aspecto sea el de una chica hot entiendo sobre filosofía y tengo un refinado y politemático gusto por las artes; un fantasma nunca se separa de su esencia, por más que tenga las nalguitas paradas. Preferí, pues, la vida contemplativa para mantener mi sensible naturaleza en mejor condición. El resto de mis propiedades las alquilé y seguía sin creer en tanta suerte.
Es muy probable que tú, como todos los vivos, no sepas nada acerca de la ley de la vida y la muerte. Intentaré, pues, explicarte cómo le hace un fantasma para colarse al interior de un cuerpo. ¿Has oído hablar de la expresión: “se le subió el muerto”?, pues bien, nos le subimos a la gente, o mejor dicho, el personal autorizado dentro de la ley de la vida y la muerte puede subírsele a las personas, sacar de su interior a su fantasma habitante y hacer entrar en él a un fantasma homeless con mejor reputación. Aquella chica de nalgas tan buenas que antes vivió en mi cuerpo lo estaba destruyendo, se dedicaba a drogarse, a holgazanear y a tirarse muchachitos, estaba dándole en la torre a algo tan precioso, con tanto vicio y tanta desvelada. Así que la ley de la vida y la muerte expulsó a su espíritu estúpido y autodestructivo de ahí, dándome tan bella oportunidad de habitar toda aquella vida privilegiada. Gocé varios meses hasta que un día el fantasma de la tipa se me apareció, exigiéndome droga. Para que me dejara un poco en paz tenía que sahumar la casa al menos una vez al día con mariguana. Me prendía la música por las noches con canciones de artistas de una farándula muy barata y yo me harté muy pronto de ella, nada podía hacer, las leyes del limen entre la vida y la muerte dejan de proteger a los fantasmas cuando firmamos conformidad por cualquiera de los dos estadíos, y yo estaba más que conforme con mi nueva condición, así que traté de ignorar a esa pobre alma dolorida y me dediqué a disfrutar de su lindo trasero. Me dejé llevar por impulsos juveniles durante varios meses, sin emborracharme demasiado ni despilfarrar el dinero de mi noble benefactor para que no me fueran a quitar mi cuerpo como le ocurrió a la pobre alma desdichada, que me acechaba todos los días, susurrándome cosas raras al oído cuando yo estaba en plena conquista de algún chico, o cuando quería concentrarme en mis lecturas o en mi música, fuera del barullo de la vida nocturna a la que un inexplicable impulso adolescente me lanzaba desde que era un fantasma deseado en el cuerpo de una colegiala, huérfana reciente y descocada. Hoy sé que era su energía maligna la que me arrastraba hipnotizada hasta los clubes nocturnos, en aquel entonces me dejaba llevar hasta que una noche te encontré.
Fue como si una flecha iluminada atravesara mi armadura para desnudar de un solo tiro al fantasma melancólico y nerd que era yo en este fondo insondable de mis pechos rendonditos; más real que la fútil vida de los vivos, que nada entienden del amor, el que se reconoce en un instante y deja una herida que no cicatriza ni llegado el fin del final de los tiempos… ¿qué saben ustedes, vivitos, del amor? Yo, que estudio una maestría en la vida, y ya soy un fantasma pro, les digo que le echen ganas, porque allá arriba está más difícil de lo que les pintaron en las Santas Escrituras, hay tantos fantasmas buenos y mojigatos, hartos del toma y daca de los cuerpos, fantasmas retirados, que ya sobrepoblaron hasta el Jardín del Edén, y, entre otras muchas cosas, ya cagaron y contaminaron sus cristalinas aguas y sus numerosas fuentes rococó.
Entonces, obedeciendo al impulso de mi corazón prestado por la chica de la lindas tetas me entregué a ti durante meses hasta que un día empecé a sentir un desagradable malestar. Perdí peso aceleradamente y cuando el médico me dio los análisis sin que me dijera nada supe lo peor. Tantas barbaridades había introducido esa niña en su cuerpo que lo dejó inservible, y aunque se veía bastante bien por fuera, por dentro estaba tan podrido como el  fantasma degenerado que lo habitó. El golpe fue tan duro porque acababa de enamorarme, tenía mi corazón al rojo vivo cuando supe que en unos meses dejaría de funcionar, así que traté de exprimir al máximo lo poco que me quedaba y me aferré a ti, a la idea de hacerte feliz, de hacerme feliz, quiero decirte que te heredaré todos mis bienes, porque no tengo a nadie más, y sólo te quise a ti en esta breve temporada que los guardianes de la ley de la vida y la muerte me dieron la oportunidad de vivir, para así concluir mi último posgrado.

Eres muy afortunado, porque cuando habites alguna de nuestras casas yo estaré ahí, observándote, siguiéndote con murmullos y pisadas, diciéndote cosillas al oído mientras intentas concentrarte. Te advierto una sola cosa: ay de ti si te metes con el fantasma de la chica de las tetas bonitas, quien por cierto, se mudará con nosotros.