viernes, 26 de junio de 2009

Errata


Percibo la abundancia como un puñado de flores, o como la copa aromática de un floripondio.
No veo en la riqueza al demonio, sin embargo veo que la abundancia, paradójicamente, ha terminado por lanzar al vacío a toda la humanidad (incluso a aquella que no vive en la abundancia).
Todo lo que no es poesía es errata y en lo humano encuentro cada vez menos poesía y más error, cada vez más y menos todo, más abundancia y más vacío.
No puedo entender el ritmo desmedido de la sociedad que jamás acaba de derramarse como una plaga gris que aniquila los jardines. Temo a la grisura.

domingo, 21 de junio de 2009

Cadáver en traje de domingo

Para Kelly
Es más bello que el muerto
más bello del mundo,
a García ahoga
con su gracia
y al más galante vivo
hace ver como un inmundo
ante su cutis
de muchacha en misa
de domingo,
rosado como ala de flamingo.

Su frente es tersa,
como melocotón,
su mentón es liso
como recién afeitado,
tiene los párpados
mórbidos iluminados…

domingo, 14 de junio de 2009

viernes, 12 de junio de 2009

Soberbia e histeria

A veces me acuesto
sobre mi misma
y miro al suelo.

A veces miro
los ojos transparentes
de un muchacho.

A veces veo más allá del suelo
y encuentro una tarima,
un tinglado
y pienso que un día
los actores de allá arriba
seguirán mi dirección.

Pienso que el muchacho
de ojos transparentes
será actor de mi reparto
y que yo lo pondré a actuar
un guión de una sola palabra:
- Ámame.

domingo, 7 de junio de 2009

Balita

La Arcadia destruida y yo en mi momento cumbre

Epílogo de Amazon Party.
Destruir la Arcadia parecía más complicado. Reconstruir la Arcadia ha sido imposible. No me ha alcanzado la vida ni la fuerza para lograrlo. Destruir es demasiado sencillo.
Cuando al fin mi sueño dorado de tenerla en mis brazos se convirtió en una realidad, empecé a darme cuenta de cuan brutal e imperfectamente posible era. Entonces, como hiciera en los sórdidos tiempos del Amazon, me dediqué a violentarla, a debilitar su ser hasta conseguir demostrarle que al menos en un brevísimo periodo de nuestras vidas, yo era más fuerte y más poderosa que ella. Convertí a Cinch en una piltrafa igual a mi, la puse a mi altura y luego mucho más abajo.
Entre las dos jamás podríamos pagarle a la naturaleza por la muerte de todos aquellos hombres hermosos habitantes de Golina. Tampoco nos alcanzará la vida para reconstruir los bosques, los jardines, los edificios. Tampoco podré devolverle la vida a los animales, a las aves multicolores.
La Arcadia encendida retrató el momento cumbre de mi vida. Ser autora de aquella destrucción fue mi destino existencial.
Mi vida ha sido, por cierto, una basura.
Hoy que disfruto lo más que puedo estas pausas de la vejez, todavía llevo en la sangre el recuerdo de la sangre, los estallidos, la muerte, el poder delirante de mi amor, que al parecer se consumió en unas cuantas horas. Después de aquello escuché los estallidos día tras día, hora tras hora en mis oídos, y como un tinitos intermitente se quedaron en los latidos de mi corazón.
De ahí en adelante me volví violenta a corta escala, empecé a golpear a quienes estuvieran a mi alrededor, a Cinch, a los escasos amigos que poco a poco se fueron yendo. Una vez destruida Cinch también se fue, y hasta ahora no he vuelto a amarla, aunque la imposibilidad de volver a verla, le brinda cierto encanto a su recuerdo.