domingo, 31 de agosto de 2008

Nueva Portada

Un dibujo de nuestro amigo tepiteño Mario López Rivero.

lunes, 25 de agosto de 2008

Balita


Una tarde el auténtico hombre hermoso me anunció que tendríamos evento; iríamos a una premiación. Me untó un aceite que olía a rosas y cambió el aserrín y el plato. Cuando dieron las nueve el hombre, más auténtico y hermoso que nunca, salió conmigo en el jaguar. Cada vez que me llevaba a una fiesta yo conocía la felicidad. Aquella noche algo me alertó, él se veía tan bello que iba a ser imposible que alguna de las gimotonas presentes en la fiesta no se le acercara y terminara acostándose con ella mientras yo esquivaba corriendo de un lado a otro los cuerpos desnudos sobre el colchón. Siempre, pese a la felicidad, me asaltaba esa angustia. Y así, tal y como yo temía, ocurrió. Mi hombre auténtico se topó con una gimotona. Salió de la fiesta abrazándola, mientras ella sostenía divertida mi blanca jaula de gala. Yo sólo tenía ganas de morderle la mano, pero no podía. Cuando llegamos al departamento sentí una daga atravesándome el corazón. El hombre auténtico fue a preparar un vodka martini y pude ver como le echaba unos polvitos al vaso de la chica; me guiñó el ojo, como para decirme que yo era la preferida, sin embargo hubo poca contundencia en el gesto. Mi cuerpo temblaba. Cuando regresamos a la habitación la gimotona parecía muy excitada. Cuando se bebió de un solo trago el vodka que mi hombre auténtico le preparó, se convirtió en una monstruosidad. Unos minutos después mi amado me sacó de la jaula y me puso sobre el colchón –como era su maldita costumbre en esos casos. Estuve a punto de morir aplastada varias veces durante la noche. Cuando intentaba escapar la gimotona me atrapaba, de pronto se le hizo bueno apretarme en su puño, cada vez que gimoteaba me apretaba más. Me sentí desfallecer. Al terminar la noche estaba exhausta y magullada. Aquello sólo sería el inicio de una gran pesadilla.

viernes, 22 de agosto de 2008

Balita


Él es un auténtico hombre hermoso, nunca me he topado con nada igual. Me dejo estrechar y entonces él besa mi lomo. De un cajón grande saca una jaulilla pintada de blanco, el suelo está cubierto de aserrín, hasta hay un columpio y comida en el interior; la comida sabe a Vitafish -menos salado-, más tarde me entero de que aquel alimento se llama Rataviva. (Las ratas pueden leer, se los digo yo) El hombre auténtico me mira con detenimiento; ha preparado todo especialmente para mí, esto cambia la perspectiva sobre mi existencia como rata, creando cierta crisis existencial que no puedo desenmarañar. Ser una rata protegida por un alto mando me parece arriesgado y divertido; me imagino al hombre auténtico en todo su derecho de aniquilarme; cuan bello es, sería un honor para mí.

jueves, 21 de agosto de 2008

Te llevo a rastras

Ni la nostalgia podrá evitar ahora
que te amarres,
moribundo y morboso,
a mi cintura.

Has caído en la trampa
y asomas la cabeza
como si falta te hiciera
mirarte en mi espejo.

Esas cintas que amarraste
a tu cintura las cortaré.
Pero mis serpientes
pegajosas no te soltarán
y ya te llevan a rastras
hacia mi abrazo.

No importan los dragones

Salvador Dalí (1949)
No ha sido mi costumbre perseguir a los faunos.
No he emprendido batallas campales
para recuperar a los semidioses perdidos.

No estuvo siempre la muerte agujerándome con lanzas
ni filosas lenguas.

Soy un ojo avizor
que se quedó temblando
con los pies en el lecho de un río subterráneo,
siempre con la esperanza de verlo emerger.

Voy caminando
por una corriente fría y oscura,
donde hace siglos me oculto sumergida,
y de la que apenas salgo
para tomar un aire enralecido.

La muerte
me ahogará con sus filos
y no me importa ser bebida por los dragones,
ni me importa que este río en que nado se incendie,
ni que se derramen los mares de fuego...

Cultura Urbana Libros


martes, 19 de agosto de 2008

Hoy este blog toma un tono intimista

Red Amarilis (Pedro Lastra)
A veces las palabras salen con un tono intimista que desconozco. Cuando escribo en primera persona siempre corro el riesgo de encontrarme con un espontáneo blanco. Puedo encarnar de pronto a una mujer con el lomo peludo, a una mujer fuera de sí, a una mujer malvada, a una mujer histérica, quién sabe a qué mujer.
Siempre existe la tentación de hacer confesiones. Siempre tienta hablar en tono intimista. Y hoy, señores, voy a confesarles varias cosas:
1.- Cuando escribo en primera persona no hablo sobre mi.
2.- Cuando describo a una mujer que tiene el lomo peludo no hablo sobre mi.
3.- Cuando escribo sobre quien sabe qué mujer, solo dios sabe sobre qué mujer hablo.
Y eso no es todo...
4.- Me estoy pudriendo.
5.- Una mancha roja está devorando mi cerebro.
6.- Me levanto de la cama y me lanzo al absurdo.
7.- No sé ni donde vivo ni sé si esta soy yo.
8.- Soy víctima de fortuitas violencias.
9.- El amor me mata y la ira me resucita.
10.- Miento constantemente.

sábado, 16 de agosto de 2008

El Prelado


Palimpsestos/Primera Edición biblioteca universitaria. (Una reseña de Pablo Raphael)


«Los griegos inventaron dos formas de escritura donde las palabras eran capaces de rebasar al texto, salirse de él. Uno era el ostraquismo: letras, frases y nombres anotados en pedazos de barro cuyo conjunto fragmentario producía una valoración colectiva (votar por ejemplo). El otro modelo eran los palimpsestos. Manuscritos que conservaban huellas de una escritura anterior borrada artificialmente, para reescribirse de nuevo. En la Edad Media, ese modelo ayudó a rescatar infinidad de obras. Entre ellas a Platón. En cambio, para la posmodernidad los palimpsestos significan una alternativa de la literatura. Mientras que la mayoría de los autores contemporáneos se acercan más al ostraquismo, cuyo mosaico propone el conjunto fragmentario de un desorden estético, Edgar Reza apuesta por la reescritura, es decir, la comprensión de la obra como un ser que nunca detiene su transformación. El libro como cosa que se gesta y nace muchas veces. Palimpsestos es una forma de reinventarse. Deja de mirar la tradición romántica que obligaba al genio creativo y hace del arte de la imitación (imitatio) una forma de aprendizaje. Se trata del gozo doliente que significa encarar a la naturaleza, pero también a la condición humana. Ante nosotros tenemos un texto inacabado porque vive. Pero ello no quiere decir que el libro de Reza sea incompleto. Por el contrario, abre una puerta que se acerca a siete siglos de reinvención homérica y, por lo mismo, reta a la literatura de ruptura que tan ufanada está en reventar al pasado. Los poemas o formas de ficción aquí presentes se alejan de la mala conciencia que, por ubicarse en la costumbre de la provocación y el escándalo, se ha convertido en un statu quo imperial, aburrido y cursi. Enhorabuena Palimpsestos aparece para recordarnos que los libros son cosas vivas. Según la ética reziana, en veinte años Palimpsestos podría aparecer transformado en otro prodigio idéntico y opuesto. Por lo pronto, leerlo ahora nos acerca al placer de dialogar con la civilización.»

La dictadura de los estereotipos: ¿Una novela erótica en tiempos del youtube y el marketing multinivel? (Reseña de Édgar Reza sobre El Agente Morboso)


Aún a fines de los años ochenta, la escritura hecha por mujeres en el contexto de la literatura latinoamericana era un instrumento social y no podía ser sexuada. Era mayoritariamente del dominio de los hombres porque, como podrá saberse, el conflicto descansaba en los centros de poder y las condicionantes de género. Pero lo realmente duro para una escritora latinoamericana era vivir bajo la dictadura. Vivir bajo la dictadura era parte de un relato que parecía interminable. Cómo convivir con la impotencia, soportar un estado de humillaciones cotidianas que se podían experimentar en forma profunda cuando se era, por ejemplo, una empleada pública bajo la dictadura, luchar por no caer en la comodidad de la indiferencia, sobrevivir en medio de una desesperada y desesperante urgencia económica, entre otras situaciones, fue para muchas de ellas una manera de habitar el mundo de la vida pública pero también el de sus relatos. Alejandra Pizarnik, Elena Garro, Diamela Eltit, Isabel Allende, Clarice Lispector, ¿qué garantías podían darse dentro de territorios tan vigilados, tan amenazados? De esa experiencia quedó claro que cuando se vive en entornos que se derrumban, la espléndida actividad de contar historias, no está en la línea de aspiraciones ni intereses centrales de los artistas. Porque el desafío es muy otro: la palabra y su descentramiento, su acuerdo estético, su juego, su burla y la torsión, constituyen dentro del proceso de escritura el mayor desafío que deba afrontarse. En situaciones como las que aludo, lo importante es la pluralidad, la arista, el borde, lo disperso, todos aquellos márgenes que aunque estrechos cuestionan los centros y su unidad. De allí que se den en la novela, los pedazos de materiales y retazos de voces, la exploración vagabunda de géneros, la mascarada, el simulacro y la verbalizada emoción, que ha hecho de la literatura latinoamericana el lugar literario.Treinta años después y heredera de esa larga e ininterrumpida tradición, Rowena Bali, en El agente morboso, su primera novela, aprecia que lo importante en la escritura es construir y más aún abrir ciertos espacios estéticos que porten sentidos, porque es allí donde está el centro del dilema literario: el lugar de la conmoción estética y social, pero ya no puesta en lados que resulten esquivos, lugares en los que el poder, el convenio o la norma tienden a ajustar cuentas que al final siempre resultan desfavorables, o peor aún, desfavorecidos. El agente morboso es pues una detenida observación a estos códigos dominantes; a comportamientos que parecen excluyentes o reductores, aquellos que, desde su anacronismo de clase o desde su voracidad económica, tejen condicionantes de conductas, cuando no visiones estereotipadas y represivas: sociedades donde la desigualdad es un vicio y donde lo literario se ofrece más como disyuntiva que como una zona de respuestas que dejen felices y contentos a los lectores.De allí quizá que en el margen de los múltiples márgenes posibles, en el sobreentendido plano de su lector ideal, lleno de baches y de dudas, un lector más bien cruzado por incertidumbres, sucedan el placer y la felicidad entre el disturbio y la crisis. Porque más allá, en la amplitud simbólica de la novela, y en sentido literal, se hace evidente un revés al asignado género masculino y a la administración de poderes centrales que entienden lo femenino como periférico y subordinado en una sociedad masoquista, que lo es en la medida en la que cree que «tiene que triunfar» y en la que sus individuos creen que «pueden ser muchas personas». Una normativa donde sexo, drogas, transexualidad, locura y crimen descentran los centros, y acercan la categoría de lo femenino, no sólo como identidad sexual sino en su esfera de convenciones sociales, a la convención del género, y a sus fluctuantes límites intermedios. Leer pues los temas literarios no es el único síntoma de filiación de una obra. Ya en El agente morboso no es la disconformidad política dentro de un canon literario conservador lo que realiza una crítica, sino la administración de sus materiales. En otras palabras: donde la orden del día es lo que dictan los medios masivos y el Estado, todo gira alrededor de los mismos temas: las gentes hablan de las mismas cosas y de los estereotipos ni los suicidas escapan. Una historia de psicoterapia, Tarot, intervenciones quirúrgicas y hormonales revela la imposibilidad de crear un espacio contrapúblico, un espacio para una reflexión ajena a los modos y demandas externas que permita elaborar una variante propia, porque sencillamente son siempre los mismos lo que están hablando de lo mismo. Y es que no es al habitar en un gran ghetto, en una mayor periferia, como se compite en un sistema central permanentemente intocado. Pero es exactamente allí, en el espacio social y cultural de la mujer que escribe, su vida concreta como escritora, que corresponde hablar de lo que tiene importancia: la relación con el quehacer, el exponer y exponerse como ejercicio didáctico a los efectos discriminadores encubiertos bajo los distintos gestos de lo otro, de lo que «no se entiende», de lo femenino, donde se da el desafío determinista en la lectura. De allí que nos seducen y fascinan el hiperrealismo, el antihéroe, el nihilismo de víctimas y silencios existenciales, la introversión y soledad detrás de estas «historias: no historias»: la novela como algo que interfiere con la realidad; la sociedad que caza brujas, de consumo y bienestar auspiciado y a la vez temido, y cuyas coordenadas pocos artistas conocen. De allí que nos llamen la atención el balance negativo del héroe (aunque el protagonista es mujer, su tema es el donjuanismo), lo que sucede fuera de una indagación existencial y que es territorio mítico de la novela de Rowena Bali. En resumen, el ejercicio de simulación: el disfraz de la novela, que es más que historia y biografía novelada.Y es que dicho así, El agente morboso marca el quiebre integralmente histórico con cierto tipo de narración y concepción de género hecha a caballo entre los siglos XIX y XX, y con los grandes productos del realismo: Isabel Allende y Almudena Grandes, entre otras. Rehúye pues, al modo del thriller sentimental, de sólo ser autobiógrafa de su propia autobiografía, presentando personajes cuya misma inmadurez es la misma a los siete, que a los doce, que a los veinticinco años y por medio de los cuales la autora continuamente se expresa (Las edades de Lulú). En El agente morboso no hay pleonasmos, solecismos, barbarismos, anacolutos, ni adjetivaciones plenipotenciarias (Marcela Serrano, Rosa Beltrán, Cristina Rivera Garza). Ni está la Vida con Mayúscula ni existen definiciones insólitas ni verdades axiomáticas ni reivindicaciones legítimas ni resentimientos solidarios que consiguen que todo aquello que era universal se convierta en doméstico (Isabel Allende). Más aún, no pone lo grotesco en un altar para ilustrarnos su cuento (Laura Restrepo). Se trata, por el contrario, de una crítica radical a una sociedad, cuyo lector medio no habiendo asimilado la estética narrativa de la primera mitad del siglo XX, ha pasado de hacer creer a las personas falsedades transparentes, a obligarlas a ocupar sus mentes refutando mentiras. Una sociedad que cree que la ficción debe ser amnésico eficaz frente al imperativo de caminar hacia el futuro y no retroceder; donde se fabrican sueños sin realidad y donde para comercializar un producto es necesario incluso ocultar la identidad y más aún es imprescindible cambiarse el nombre. Una dictadura, la de los nuevos estereotipos mismos, donde un ser emprendedor y con visión de futuro no es sino un precursor de infinidad de fraudes. Ópera bufa, drama, esperpento, un «agente morboso» no sino un indicio o causa de enfermedad, y El agente morboso es con todo ello una conmovedora historia hasta el último de los capilares por la sencilla razón de que para Rowena Bali es imprescindible que Madame Bovary se convierta en Raskolnikov para que las cosas mejoren. ¿Lo consigue finalmente? No lo sé, está en cada lector responder a esa pregunta. Pero diré dos cosas: La primera: es que uno de los mayores desaciertos de la crítica es pensar que el libro es una obra maestra; la segunda que, en la medida en que acepta el desafío de medirse a fondo y por todos los medios con las transformaciones de democracia, capitalismo salvaje y sociedad tecnológica y de masas, con apenas su primer novela, nos encontramos ante una de las escritoras de mayor calado de la narrativa mexicana y de lengua española. Ya vemos pues que no es el espacio del folletín amoroso el único posible para la mujer, ni el de la abnegación irrestricta, ni el anecdotismo de la liberalidad política o sexual. Porque más importante es el despliegue de la contestación meditada de un pensamiento que conecte lo individual con lo público, lo subjetivo con lo social de los verdaderos roles, de los múltiples desdoblamientos. Además de El agente morboso, Rowena Bali ha escrito las novelas El Ejército de Sodoma, La bala enamorada, Hablando de Gerzon, Amazon party y Tina o el misterio. También es autora del libro de cuentos De vanidades y divinidades y del poemario Voto de indecisión.

viernes, 15 de agosto de 2008

Breve historia verdadera de mi Yo Ideal

Mi Yo Ideal no aparece, lo odio demasiado, este soy yo tratando de parecerme un poco a él
No les voy a contar como nací yo, nada interesante hay en mi vida. Mi yo Ideal nació como resultado de mis fantasías megalómanas. Que empezaron a anidar en mi mente gracias a mi enfermiza afición a los cómics, a las novelas fantásticas, las películas de acción, las revistas porno, las telenovelas, los videos gore, las páginas más sucias de Internet –gracias a las cuales mi sistema operativo fue afectadísimo-, mi gusto por los automóviles, las mujeres intocables, las drogas... El día que nació me sentí feliz, puesto que en mi inocente ignorancia del porvenir, nunca imaginé que ese bicho terminaría por aniquilar mi amor propio y mi potencial con las mujeres alcanzables. Conforme fue creciendo me fue chupando poco a poco mi de por sí escaso encanto, y se convirtió en mi sustituto en los antros más in, a los cuales me aficioné una vez instalado en las drogas. Se tiró al amor de mi vida, a mi adorada Cirujana Plástica, a la belleza alcanzable de nombre Piurbiuti, a la Tarotista, ¡no dejó títere con cabeza!. Y lo peor, se alió con mis enemigas más temibles: La Bruja del Mimi´s y La Bul.
Se gastó una buena parte de la fortuna que le agandallé al Gordo Capitalista en mujeres con las que yo no podía ni soñar en aclientarme, en automóviles que apenas se dibujaban en mis pininos megalómanos, en drogas que superaban cualquier estado de consciencia conocido por mi –y miren que es mucho decir, después de haberme metido chucherías hasta por el culo-, en ropa que ni el Gordo en sus años de modelo de Vogue, podía lucir con tan buen porte. En fin, ese maldito Yo Ideal acabó conmigo.

jueves, 14 de agosto de 2008

Breve historia verdadera del Gordo Capitalista

Aquí mi gordo, justo antes de caer bajo las garras de mi despilfarro

¿Porqué decidió aquel hombre morir de tristeza y obesidad frente a una ventana? No fue su propia decisión: le quebraron la voluntad.
Después de tantos años de muerto en vida aún creo en el milagro de hacerlo reaparecer bello y lozano como un rostro de Vogue. Me he convertido en una víctima de esa herencia que gandallamente le arrebaté. En sus tiempos de joven era bello, un modelo de ascendencia rusa, muy rico. Su rostro de antaño se ha incrustado como un diamante negro en mi mente.
De pronto un día se sintió iluminado, -era el LSD- y su padre se lo llevó a curar a Escocia, donde le dieron electroshocks y lo dejaron para siempre oscurecido.
Me quedo largas horas sentada frente a la ventana blanca y espero la muerte en su honor... mientras pienso, pienso, pienso en ganarle la carrera a los gusanos y gastarme todo lo que su muerte me dejó, pero no consigo firmar un sólo baucher, tengo el despilfarro restringido, constreñido por mi baja ralea, y tengo el alma y el puño agarrotados por el remordimiento.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Dos muertos

¿Y qué importa si él
viene aquí fingiendo que no viene,
que está muerto?
¿Y qué si me suicido
y finjo que me voy?
Mientras él y yo no vamos
a ningún lado,
viene la rabia,
viene la epidemia,
viene la muerte.
Los cuerpos
son envueltos
en bolsas de hule.
Viene la extinción del deseo.

martes, 12 de agosto de 2008

Estreno cabecera...

Díganme si les gusta la nueva cabecera, es la portada de un disco de mis amigos:
Colonel Claypool´s Bucket of Bernie Brains (The Big Eyeball in the Sky)
http://www.c2b3.com/

El tren

Foto de Paola Tinoco

domingo, 10 de agosto de 2008

08/08/08


Según los vaticinios
el viernes pasado fue el día más importante de mi vida,
vaya usted a saber porqué.
Fue triste descubrirme de pronto
desnuda en un día en que se supone
estaría vestida de gala,
descubrir que aquel día no fuera de nadie sino mío;
un descubrimiento solitario ante un refrigerador,
ante un televisor, ante una estufa...

Resulta que todo es una farsa repetida,
que no hay más nada,
que si digo que no,
va a ser nunca
y que si digo sí, también.

No vendrá un solo día
importante en esta vida mía.
Y si ayer se repitió el cansancio,
se repitió la historia del asesinato,
de la amargura, de la injusticia...
¿dónde quedó la importancia?
¿qué importa la gala?
¿quién soy yo para soñar un sólo día importante en mi vida?

sábado, 9 de agosto de 2008

Gotas (1983)

Caballos de agua
que a su paso
dejan huellas en el cielo.
Llovizna, trote,
no tormenta, ni cabalgata.

viernes, 8 de agosto de 2008

Yo virgen (1987)

Una imagen de Lourdes Almeida, bella mujer y extraordinaria fotógrafa
He soñado tu mirada,
tus labios apretados,
tu sorisa endurecida.
Despierto
para lidiar
con los vampiros,
para esquivar sus aleteos.

Quiero guardar toda mi muerte
para ti,
morir bajo tu ala,
abrirme para ti
como una estrella negra.

Darte mi cuello
para que lo muerdas,
mi sangre para que te la bebas,
mi sexo para que
lo empapes con tus gotas.

Mi corazón para que lo arrojes
al vacío.

jueves, 7 de agosto de 2008

Con varios objetos


Creo que estoy esperando un hijo; lo siento exactamente igual que la primera vez: un bulto, movimiento en mi interior, crecimiento, oscurecimiento de pezones, nauseas. Lo que no sé es cómo diablos llegó ahí, hace más de seis años que no toco hombre.
La verdad pienso que el Anticristo se aloja en mi interior. Eso sí que es tener suerte, no sé si buena o mala. Al Anticristo yo me lo imagino como un tipo impecablemente perverso y bello. No sé si dentro de sus perversiones esté el consentir a su madre, ¿Qué tal si es un hijo malagradecido?, ¿Qué tal si es como un alien y luego me revienta? (¡puhá!)
Hay veces que pienso que es hijo de dios, porque he llevado el voto de castidad, aunque tengo que confesar que he pecado. Seguramente va a ser un buen chico, ¡la de admiradores que voy a tener cuando me convierta en virgen!
Conforme va creciendo me voy familiarizando con la protuberancia, los ataques de incertidumbre me dan insomnio, por lo demás he tenido un embarazo bastante aceptable. La panza es un poco extraña, a veces le aparecen unos chipotitos duros que empujan hacia afuera, suavemente.
Salgo a caminar por las mañanas y a veces una sensación de tibia megalomanía me inunda; me voy al campo y me interno lo más hondo que puedo en el verdeazul: el dedo de dios apunta hacia mí, los pájaros traen mensajes. Definitivamente el hijo de dios vive en mi panza. Más tarde caigo en la cuenta de que el Anticristo ha llegado. Estoy francamente confundida.
De pronto sueño que los gendarmes del infierno me ponen a parir en la horca, mi espíritu se debate con Odín y todos sus muertos. Cuando despierto contemplo la estampa de la vírgen que tengo colgada en la pared, suspiro y me tranquilizo, esa mujer está ahí para protegerme, ella sabe la angustia que pasa una madre, más cuando espera un hijo de padre incierto.
El día esperado siento una bolita, algo parecido a media caquita de conejo saliendo de mi vagina, más tarde la bolita empieza a emerger como una pequeña serpiente. El emerger de la serpiente se interrumpe y al tacto es más bien como una lombriz algo gorda que se enreda en mi vello bañado en sangre, la desenredo: es un índice bebé, muy blanco, con cara de yo, tiene mis ojos y se parece al hijo de un ave, no parece totalmente perverso, también es tierno, ¿niño o niña? ¡es una niña! ¡una perfecta bebita índice con cara de yo!
Estoy a punto de tomar la bocina para hablarle a mi madre cuando siento salir una larga serpiente: índices, meñiques, anulares, pulgares. Todas son niñitas, se onanizan formando una hilera. ¿Cómo le voy a dar de comer a tantas dedas bebé?, luego sale un conejito muerto, también con cara de yo, luego un cepillo de dientes, tres plumas, una botella, un sacacorchos, dos velas, una zanahoria, un tubo de gel, dos rastrillos, una pinza rizadora, un encendedor, un martillo, una pastilla de sulfuro, un bat de béisbol; todos mirándome con sus hambrientas caras de yo. Tienen un olor muy desagradable que está a punto de marearme. ¡A la tina!
Ha sido relativamente fácil, la primera vez tuvieron que internarme. Mientras preparo el agua voy verificando todos los sexos, todas son niñitas. Entre las deditas se llevan bien, juegan y se onanizan, la pincita rizadora ha hecho migas con la zanahoria y las dos velas, la tubita de gel se ha identificado con la botellita y las rastrillas, la bat de beisbol y la martillita son casi gemelas, las tres plumitas juegan entre ellas, la pastilla de sulfuro no sobrevive bajo el agua, ella y la conejita son mis únicas pérdidas, gané unas hijas preciosas.
Mientras chapotean en el agua una honda felicidad me embarga; parecen gustarse mucho entre sí, me siento aliviada, la paz y el amor reina entre mis hijas. Exonerada; sólo me queda confesar que he pecado con varios objetos.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Salmo sin nombre


Que sean muertos antes de cruzar
los que lleven consigo al enemigo,
que se aneguen sus siembras
y sus frutos se pudran antes de ser cosechados.
Que se llenen de vida los que crucen,
que vengan a cortar todas las flores que quieran...

Masa de mases



Dejen de hacerse tontos engañando a sus mujeres. Dejen de engañarse pensando que ellas son poca cosa, entretenimiento. Porque mientras ustedes se abanican con sus aires de grandeza y se divierten, ellas van caminando por debajo de sus piernas, se arrastran y pronto les robarán lo único verdaderamente importante que poseen: (masa de mases, mensos, mansos de espíritu, todos dura concha y suave molusco) su esperma.
Se dedican a mirar detenidamente nuestros vestiditos y no son capaces de notar que ya ni siquiera los llevamos puestos, nos hemos vuelto una mentira inventada por ustedes. Estamos caminando hacia un rumbo contrario y hemos dejado en nuestro lugar un maniquí vestido de deseo inalcanzable. No nos importan ya sus planes estratégicos, ni sus inventijos, ni sus paquetitos. Tránsfuga es nuestro destino, y no necesitamos nada para llevarlo a cuestas, lo vamos arrastrando como cadenas arrastran todos sus fantasmas de violencia y amargura. Tránsfuga es nuestra vida y tanto así que no recordamos más que el último día. Nuestro corazón quema el pasado y enciende el presente.

lunes, 4 de agosto de 2008

Barateros

¿Quién sería capaz de abaratarse
para arrastrarse hasta él?
Yo no, aunque intenté descender hasta su pozo,
aunque en mi desgracia
no le he costado un céntimo
a nadie.

No hay pozos oscuros en mi destino,
sólo he pasado frente a uno
y me he detenido un breve tiempo;
después de una larga caminata
apremia rellenar el pozo propio,
y si hay sequía
no importa que sea con agua turbia.

domingo, 3 de agosto de 2008

Lo de siempre

Ella se pregunta si él lo hará, hay algo en su mirada que lo delata, algo en sus movimientos, y sin embargo no se atreve a preguntar. Sonríe y se levanta hacia el baño, ahí demora cinco minutos; tiempo para aspirar profundamente, sentarse un rato en el retrete, hacer una reflexión sobre el miedo o algún tema. Hacerlo, resignarse.
Recuerda unos segundos antes, antes de que suceda cualquier cosa o no suceda nada. Si algo ocurre tiene miedo, si no ocurre nada se aburre. Se siente como en uno de esos brutales juegos de feria, donde una vez abrochado el cinturón no hay retorno, en el asiento contiguo hay una muchacha histérica y aprieta los dientes hasta que el vértigo atrapa su voluntad en caída libre.
Ella sigue apretando, las rodillas le tiemblan cuando sale del baño.
Los ojos de él la miran con desconfianza, los ojos de la mesera la miran con desconfianza, los ojos del vigilante la miran con desconfianza.
Sin embargo él la toma de la mano y le da un beso, la mesera se acerca sonriente con la cuenta, el vigilante le da las buenas noches.
Él se pregunta si ella lo hará, hay algo en su risa, en su aliento, pero no se atreve a preguntar. Se apresura a llevarla a su casa, a medio camino se detiene, le pide a ella que espere en el auto y escondido tras una cabina telefónica lo hace. Recuerda la noche en que su padre lo descubrió: aún ahora su mente no se atreve a evocar la palabra que dijo tras una serie de fuertes sacudones, sacudones que bien le pudieron costar unos huesos, siente otra vez el cuerpo de enano, convulsionado y triste.
Se resigna, asume esa infelicidad perversa. Siente sus pasos de gigante avanzar hacia el auto, después de hacerlo. Los ojos de ella lo miran con desconfianza, su suegra lo mira con desconfianza cuando llega a entregar a su novia. Más tarde, con el reloj en la mano, sonríe y se despide.
Mientras se despide con el reloj en la mano se pregunta si el yerno lo hará y si no tendrá la desfachatez de obligar a su hija. Aunque ella, en la soledad de su habitación, también, a veces. .. Su mente no se atreve siquiera a pensar porqué.
La mesera se pregunta si el vigilante lo hará, hay algo en sus gestos, algo en sus dedos, pero no se atreve a preguntar. Llega la hora de salida, corre hacia el vestidor, enciende el ventilador al máximo y lo hace: cuenta las ganancias del día. Piensa en el niño que dejó solo y con el que debe encontrarse en media hora: piensa si no se habrá muerto ya por tantas horas solo, sino habrá metido el dedo en el enchufe, o atragantado la mamila, o dios sabe. Aspira todo el dolor posible y lo retiene, escapa de ahí con una sonrisa al vigilante, quién la mira con desconfianza y luego se despide afablemente.
Se pregunta si ella lo hará, hay algo en ese pelo, en esos pasos, pero no se atreve a preguntar, en lugar de eso esboza una sonrisa, espera a que ella se aleje, echa un vistazo a la calle y lo hace.

viernes, 1 de agosto de 2008

Micción


Quiere construir un jardín
con todas las flores negras
que le quedan,
quiere sembrarlas en el
cantero de su pecho,
y sólo encuentra ahí
un puñado de tierra estéril.

Es un joven poeta
al que quise alisar
con tersas palabras,
para que él
dejara al fin de estrujar
y reestrujar
su papel en blanco
tantas veces tirado
a la basura.

Es un infante
que tuvo para sí
sólo un mínimo corral
para vivirme.

Es un adolescente
lleno de un fuego
que confunde
la eyaculación
con la micción,
un púber jardinero
que no sabe regar,
que confunde la lluvia eterna
con un chorro de meados.

Arcadia viene


Mueve las caderas
de tu insomnio
que Arcadia viene;

deja de ver
sombras
en la cama,

planta flores,
que impaciencia
de olores tiene;

trae la manga
repleta de semillas
y reparte...

su rostro es bello,
tiene en la frente
un diamante y
un poema
de lisas batallas.

Cuando
a mover caderas
se aviene,
nada la detiene,

así que mueve el oro de tu insomnio.

Breves sobre mi libro: Hablando de Gerzon. Del que por cierto, poco o nada he hablado.

Un graffiti de "Humo", tan abigarrado como el alma de Gerzon
Tiene una estructura en espiral con temas recurrentes. Estos temas son: la muerte del personaje denominado “Reina”, la infancia, la burocracia, el sexo y la morbosidad, entre otros.
Es narrada por un personaje femenino, Isela, pero Gerzon, el personaje principal, también irrumpe en momentos como narrador.
Describe un fenómeno de frustración creciente, tanto en la narradora, que es un personaje pleno de fantasías eróticas reprimidas y retorcimientos sicóticos, como en Gerzon, que también vive obsesionado por el sexo y por la muerte de su mujer.
Isela ha pasado largos años de su vida persiguiendo a cierta raza de individuo, a la cual llama “de los pequeños”. De ellos extrae la materia que le permite llevar a cabo una investigación. Con este fin se hace pasar por una terapeuta. Persigue a Gerzon hasta que termina siendo vampirizada por él, tanto que la vemos asumir sus actitudes y en cierto sentido su destino.
Gerzon es un burócrata que lleva una vida miserable. Al morir su mujer lo deja a cargo de un bebé ajeno que resulta débil mental. Se consolida como un alcohólico, y sostiene un empleo mientras desatiende totalmente al bebé, el cual sobrevive durante un tiempo, para convertirse en un monstruo maloliente. Este personaje también conforma un objeto de vampirización para la narradora.
Hay cierto culto a un autor ficticio llamado Emilio Morten, quien escribe una novela (poco leída) que Gerzon considera un vaticinio y que lleva por nombre Las chicas del lago. Que es en realidad un tributo personal a una novela de Vicki Baum, El lago de las damas.

Fragmentos inconexos.
1
Su inteligencia ha tenido un desarrollo precoz pero tímido: desde muy temprano era capaz de formular exposiciones brillantes en el salón de clase, pero nunca habló a nadie sobre ellas, callaba mientras iba generando una hostilidad insana hacia el profesor. Vivía con una punzada constante de angustia, por supuesto, la angustia es un elemento de la pequeñez. Su timidez era tal que incluso moverse de un lado a otro del jardín le causaba pánico, pasaba la mayor parte del tiempo en un solo lugar, concentrado en algo mucho más abstracto de lo que sus contemporáneos podían comprender sin aburrirse tiempo antes. Por tanto pasaba sus recreos solo. Hasta que se le ocurrió que toda aquella verborrea interna podía externarse en forma más natural si la escribía, aunque nunca fue capaz de hacerlo; le pareció más sano odiar a su maestro que ser un alumno brillante.
Se dio cuenta de que la verborrea empezaba a surgir paulatinamente desde su cerebro hasta su boca, y que ese fenómeno podía desencadenar cierto interés en los compañeros, de modo que se atrajo en un tiempo un buen número de admiradores, los cuales, una vez hastiados de sus ideas obsesivas, se alejaron de él.
2
Durante esta narración la reina entrará estrepitosamente a escena, a veces transcribo pasajes de la voz de Gerzon, que intenta hablarles desesperadamente, sin previo aviso. Así irá contando detalle a detalle los segundos de su muerte.
Quizá el saber que hubo mucha sangre en la alberca les ayude a permanecer con Gerzon hasta el final de su participación, o quizá si les digo que había trocitos de cerebro en el agua, astillas. No me pidan que les cuente todo de una sola vez, porque la voz cantante no lo deja hablar con tanta rapidez. Cada vez que se clava demasiado en el episodio, la voz cantante, como una buena amiga, atrae su atención hacia otro tema.
3
“Todo aquel sueño de fantasmas anhelantes se desvaneció cuando mi amada correspondió a los toqueteos, entonces en nuestro amor se abrió una rendija luminosa de vacío; la reina, perdida de borracha le decía mi nombre al torpe estúpido que la tocaba, y se empeñaba inocentemente en complacerlo. Por esa rendija escapó mi rodilla hacía la verga tristemente supina del imbécil, que se quedó tiritando de dolor en el piso mientras yo sacaba el cuerpo aún complaciente de mi amada.
No puedo saber en qué momento mi conciencia se perdió, pero cuando amanecí, casi desnudo a su lado, supe que aquello había sido una iluminación y me sentí completamente renovado y feliz. Sabía que mi nombre era la fuente de su deseo; durante su embriaguez no recordaba al misterioso padre de ese hijo, era más mía que de nadie.”
4
“Morten no es un caso notable de escritor, vive una vida poco gratificante en todos los sentidos; nunca consigue afianzarse una pareja estable, las pocas fotografías que de él se tienen muestran a un hombre de estatura baja y vientre abultado por una vida etílica y sedentaria. Después de su suicidio, al igual que le ocurrió a Zomzet, su madre vende su obra a una editorial a la cual debo la publicación poco exitosa de mi vaticinio.”
5
Que su presencia pueda ser ignorada es quizá una manera de justificarlo, de perdonarlo, de hacer que me vuelva y me revuelva a importar un pito que haya hombres como él por la calle; yo sólo vine a escribir esta historia, no a meter a ningún violador en la cárcel. Por tanto se me ocurre decir que aquella mujer era sólo una puta, ¿importa cuando un hombre viola a una puta?
6
Era la punta que convertía el hexágono en heptágono. El edén era la séptima cosa que le importaba al pequeño falso, a quién por cierto, seguí estudiando por pura atracción.
7
Un buen día tuve fuerzas para levantar el culo hasta el secreter donde guardo mi preciada pistola y sin dudarlo fui y le pegué un tiro a mi computadora, la asesiné con toda mi obra acumulada por años y años y luego fui detrás del hijo de la reina, dispuesta a asesinarlo también. Muy trapaceramente el infeliz -viendo mi cañón apuntándole a los ojos- buscó rápidamente en su stock de imágenes televisivas el rostro amadísimo del Rubio Pequeño, sonriente en la pantalla. Cobardemente lo mantuvo en sus ojos hasta que creyó que yo iba a bajar el arma, le pregunté dónde podía encontrar a mi adorado: me devolvió la imagen de una conocida televisora. Cuando tuve en la mira el par de ojillos tintados de amarillo y naranja, disparé.
Vi el cadáver frente a mi y caí en la cuenta de que hacía muchos años que no intercambiaba una palabra con nadie; desde su llegada él se encargaba incluso de lavar el coche, de pedir el súper, de tirar la basura, de todo.

Balita


El escritor que escribe porque no le queda otro remedio puede ser, por ejemplo, un maniaco depresivo que termina dándose un tiro en la colonia Clavería, sin que nadie –ni siquiera su madre– se entere de que el ropero está atestado de poemas brillantes. Más tarde la pobre mujer los venderá junto con todo lo demás. La madre en cuestión solía desconocer la importancia del arte en todos sus terrenos, por tanto incitó violentamente a su hijo (a estas alturas recuerda los gritos que le dio a la hora de la comida, después de que el muchacho exhibiera cándidamente sus deseos de ser "poeta", con un dolor punzante) a que estudiara mercadotecnia. Ahora vende los poemas -que estaban acumulados en un legajo informe e inexplorado incluso por sus propios ojos- junto con la ropa.

El caso del escritor que sufre una transformación inevitable para pasar de dependiente -con título de la universidad icel en mano- en una tienda de computadoras a autor brillante y oscuro, es frecuente. Un amigo desconocido cuyo nombre me muero por mentar -y mentaré en otros planos más tarde- es Medardo Maza (escritor de un género insospechadamente prolífico pero inédito en nuestro país: el fantástico), autor que debió ganarse las mieles del éxito, solamente porque tiene un acumulado de obra brillante. Quizá Medardo sea una ficción o un imposible. Este caso es el del autor que -fuera de cualquier moda- se reconstruye a sí mismo literalmente, se edifica en cada promesa, se derrumba en cada inicio de sexenio y se vuelve a edificar como un sueño quebradizo en cada campaña. Porque la miel del éxito que alguna vez el arcádico dios cosechó para los escritores mexicanos de clase media y más abajo, se ha agotado.