domingo, 24 de julio de 2011

Cigoto fanático y luchador social

Si en el primer momento hubiera elegido rezagarme o distraerme con la presencia de los demás competidores, no estaría aquí para contarlo. Todos eran más o menos parecidos a mi, o al menos así es como nos habrían visto ustedes, que creen que los espermatozoides son todos iguales. Quise decir que entre nosotros había diferencias  imperceptibles para los ojos poco avezados. Ustedes son lo mismo que yo, Cigoto, tengo por destino gracias a mi infortunio milenario. Mi deseo esencial es llegar a nacer como todos. Todos quieren triunfar. Quizá yo decida innovar y en el último momento quiera ser un perdedor. Si me dicen que vivir para matar espermatozoides es triunfar, entonces que me cargue el diablo cuando nazca. 
Sus principios fundamentales no son buenos ejemplos para mi. Son, además, muy despilfarrados. Ese mundo que en tan mal estado mantienen, más esa vida que dilapidan, hacen un combo peligroso. Yo querré nacer, crecer y vivir para enseñarles a administrar ese paquete como debe de ser. Quizá ese sea el único motivo por el que valga la pena ser un luchador y un triunfador; por el bien de las masas y su correcta administración.
En este instante en que aún gozo de la lucidez que me da mi memoria infinita, que a su vez me da el privilegio de estar viviendo la plenitud de mi gestación primaria, puedo decirles que he decidido luchar sólo para ser distinto a ustedes, y para hacer que cambien, alcancen la felicidad y la justicia en su vidas, y se desprendan de todo vicio y asunto material que les impida vivir conforme a la ley de Dios Nuestro Señor.

Belleza endémica