Mi Yo Ideal no aparece, lo odio demasiado, este soy yo tratando de parecerme un poco a él
No les voy a contar como nací yo, nada interesante hay en mi vida. Mi yo Ideal nació como resultado de mis fantasías megalómanas. Que empezaron a anidar en mi mente gracias a mi enfermiza afición a los cómics, a las novelas fantásticas, las películas de acción, las revistas porno, las telenovelas, los videos gore, las páginas más sucias de Internet –gracias a las cuales mi sistema operativo fue afectadísimo-, mi gusto por los automóviles, las mujeres intocables, las drogas... El día que nació me sentí feliz, puesto que en mi inocente ignorancia del porvenir, nunca imaginé que ese bicho terminaría por aniquilar mi amor propio y mi potencial con las mujeres alcanzables. Conforme fue creciendo me fue chupando poco a poco mi de por sí escaso encanto, y se convirtió en mi sustituto en los antros más in, a los cuales me aficioné una vez instalado en las drogas. Se tiró al amor de mi vida, a mi adorada Cirujana Plástica, a la belleza alcanzable de nombre Piurbiuti, a la Tarotista, ¡no dejó títere con cabeza!. Y lo peor, se alió con mis enemigas más temibles: La Bruja del Mimi´s y La Bul.
Se gastó una buena parte de la fortuna que le agandallé al Gordo Capitalista en mujeres con las que yo no podía ni soñar en aclientarme, en automóviles que apenas se dibujaban en mis pininos megalómanos, en drogas que superaban cualquier estado de consciencia conocido por mi –y miren que es mucho decir, después de haberme metido chucherías hasta por el culo-, en ropa que ni el Gordo en sus años de modelo de Vogue, podía lucir con tan buen porte. En fin, ese maldito Yo Ideal acabó conmigo.
Se gastó una buena parte de la fortuna que le agandallé al Gordo Capitalista en mujeres con las que yo no podía ni soñar en aclientarme, en automóviles que apenas se dibujaban en mis pininos megalómanos, en drogas que superaban cualquier estado de consciencia conocido por mi –y miren que es mucho decir, después de haberme metido chucherías hasta por el culo-, en ropa que ni el Gordo en sus años de modelo de Vogue, podía lucir con tan buen porte. En fin, ese maldito Yo Ideal acabó conmigo.
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