Cedros y encinos invadidos por el heno
Las nalgas de las mujeres son como hongos que crecen muy erectos y juntos en un hondo bosque, sus tetas ojos avisores que miran desde los troncos, sus vaginas caracoles que avanzan dejando surcos de salvia fresca, sus almas hadas asesinas y serenas que vuelan por encima de todas las siembras y las queman para luego cultivar la sangre nueva.
Una plaga de tetas puede inundar de leche un gran valle y ahogar a todos los que no saben volar, ni mirar el cielo desde un tronco.
Una plaga de nalgas puede cagar al mundo y pedorrearlo, envenenarlo o asentar en él arcadias divididas por caudalosos ríos.
Una plaga de vaginas puede convertir las cabezas en follajes encanecidos por el heno, puede decapitar a los sabios y puede convertir su sangre en un lienzo de lluvia que cobije a las familias.
Una plaga de hadas puede incendiar la noche o acuchillarla.
Una plaga de tetas puede inundar de leche un gran valle y ahogar a todos los que no saben volar, ni mirar el cielo desde un tronco.
Una plaga de nalgas puede cagar al mundo y pedorrearlo, envenenarlo o asentar en él arcadias divididas por caudalosos ríos.
Una plaga de vaginas puede convertir las cabezas en follajes encanecidos por el heno, puede decapitar a los sabios y puede convertir su sangre en un lienzo de lluvia que cobije a las familias.
Una plaga de hadas puede incendiar la noche o acuchillarla.
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