viernes, 6 de junio de 2008

Perfil de mujer

Afirma que un día amaneció pensando, comiendo con cuchara, antes ocurrieron muchas cosas que no vivió, sólo le queda la clara sensación de que en un tiempo anterior a sus dos piernas y su cama con sábanas, era una perra.
Ha indagado mucho sobre esa parte oscura, algunos le han dicho que un mono guió a los hombres en su camino hacia sí mismos, más niegan que un perro haya cruzado por ahí, otros le hablaron sobre un hombre que, en un rapto de éxito rotundo, creó todo, incluso a las mujeres, pero nunca a una que se convirtiera en perra.
La explicación más contundente a su génesis le fue expuesta durante un tratamiento psiquiátrico en el cual estuvo a punto de errar su camino esencial.
Se niega a aceptar que la familiaridad con que recuerda aquellos kioscos de noche, las patadas y los trozos de carne, los mordiscos a las extremidades invencibles de los autos, pueda corresponder a la locura.
En lo que respecta a su estructura física; posee una estatura promedio, una musculatura cuya firmeza general se acentúa en los muslos y en las pantorrillas, se encuentra varios kilos abajo de su peso ideal, tiene una tendencia a agachar la cabeza y echar la pelvis hacia delante, postura que mantiene la espalda encorvada y las nalgas apretadas, sus pies no parecen totalmente afirmados al suelo, pues sus tobillos hacen poco contacto con él. Sus brazos son firmes y las muñecas flexibles y fuertes pero los dedos son torpes y de motilidad escasa. Su piel muestra vello abundante que en la mancha genital se extiende hasta las ingles, en las pantorrillas alcanza una densidad casi masculina.
En la delicadeza de su rostro destaca un mentón saliente y una mandíbula cuya presión constante la hace rechinar los dientes, sus ojos acusan la represión que la ha acompañado desde la adolescencia antes de la cual no tiene recuerdo alguno, salvo el goce que le propinaba la complacencia animal y su choque con lo humano.
Cree que con sus piernas velludas le sería imposible conquistar a los hombres; ha tenido que aprender a usar las trampas que usan las demás mujeres; sabe maquillarse y activar el movimiento de caderas, sabe montar escenas de soledad y carencia en los cafés. Ahí representa ciertos modales que hagan verosímil un pasado humano, la existencia de una madre ocupada en hacerla tomar los cubiertos correctamente. Palabras que evidencien un pensamiento inteligente, una conciencia tan acusadamente incierta como todas.
Cuando al fin consigue que algún furor confluya con el suyo en un acto funcional, suele marcharse de inmediato, sin ablandamientos.
Ayer su cuerpo se sintió recuperado, descendió a su plano ideal y salió a la calle sobre sus cuatro extremidades, después hay en su mente un vacío interrumpido por un golpe en la espalda, una muchedumbre de perros escapando entre la jauría de humanos escandalizados e imprecantes.
Hoy amaneció aquí, ha recobrado cierta noción de la realidad, pero está confundida, afirma obsesiva y risueñamente que al final de su espalda ha empezado a crecer una cola.

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