La plaga no le cae
a la fruta amarga,
no le hincan
los dientes
a la savia venenosa
los animales.
Por eso quiero conservar
mi veneno,
mi preciada amargura
de pequeños placeres mendicantes.
Moverme,
no quedarme sin bailar
al viento.
Vivir de
hambre,
sed, deseo
y frío.
Besar al invisible
que me mueve
lejos de ti.
1 comentario:
Dulce cactus, te he de cultivar en un desierto donde aprecies cada gota de agua que te dé, a cambio, de vez en cuando, me regalaras una flor que surgirá de entre tus espinas, y tal vez una tuna grande y roja que haga sangrar mis labios.
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