jueves, 16 de febrero de 2017

Por lo que dijo Verónica

Hace unos días la escritora Verónica Ortiz envió un mensaje que me conmovió. Y sé que a muchos les pasó lo mismo. Le prometí que la seguiría en la intención que proponía en ese mensaje. Mi manera de hacerlo es la escritura, pero hay muchas maneras.
     Verónica me hizo pensar que no debemos actuar como esos a quienes criticamos severamente, hipócritamente, omitiendo de nuestra conducta cualquier culpa: olvidando que hemos dejado caer algo feo por ahí, alguna vez, inconcientemente, sin darnos cuenta, quizá. A ignorar que nuestra existencia mal aprovechada está destruyendo el planeta: nuestros coches lo están haciendo, nuestro consumismo, nuestras cosas, que no son nuestras del todo, porque son tan finitas -algunas más, algunas menos- como nosotros. ¿Por qué no al menos recoger la basurilla que arrojamos: reciclarla, convertirla en arte, en ciencia, en jardín, en bosque? ¿Por qué no  pagar el monto de los daños?
No debemos seguir actuando como aquellos de los que nos avergonzamos; no podemos seguir ignorando olímpicamente la agonía de los migrantes, sólo porque no nos imaginamos siquiera que sean nuestros semejantes, porque somos incapaces de empatizar con ellos, ¡Dios nos libre! No nos pondremos por nada del mundo esos zapatos arrancados de los pies por la miseria, no adoptaremos esos pies callosos que cruzaron la frontera, no encarnaremos ese cuerpo deshidratado, heroicamente violado y vejado –más aún el femenino- en el camino.
Luego de leer el mensaje brillante de Verónica platiqué con el escritor Emiliano Monge, quien ha dedicado una buena parte de su trabajo de investigación y literario al tema de la migración: varios mensajes de este escritor me conmovieron también.
Dejemos de ignorar que ellos son de aquí, que este país es de ellos tanto como nuestro. Dejemos de ignorar las masacres ocurridas en los pueblos y caminos lejanos, donde no hay medio alguno para retratar o rescatar y si lo hay es aniquilado. Hace un tiempo relativamente reciente que gracias a estas redes es posible llevar imágenes de lo que han hecho desde mucho tiempo atrás sin que hubiera una cámara a mano y menos un medio que lo transmitiera en tiempo real. Como habitantes de las redes tenemos la elección de utilizarlas estúpidamente: sólo para medir nuestro nivel de popularidad y alimentar raquíticamente nuestro ego, o para convocar personas, habitantes con los que es necesario comunicarse para que las cosas sean mejores para todos.

Yo invito a todos los escritores a los que he conocido en persona y considero mis amigos, a que, sin afán alguno de protagonismo, escriban para seguir la intención de nuestra amiga Verónica.

No hay comentarios: