jueves, 22 de enero de 2009

Otro asunto íntimo



Mi cabeza, que por su exceso de desmemoria tuvo que recurrir a la literatura, terminó convirtiéndome en una especie de fanática involuntaria de mis propias historias. Me las iba contando sin que pudiera detenerla. Para que todo eso no se me olvidara, tuve que escribir.
No fue por gusto propio, reitero, y de hecho, hago cada día lo posible para hallar una ocupación que me aleje de una vez por todas de este oficio vampírico y lleno de sinsentido. Desde hace tiempo vengo descubriendo que no hay punto qué abordar, que no hay coma que extraer del lápiz, que no hay acento que merezca escribirse … El dedo apenas tiene la mínima parte de lo que la mente –ya no sé si es mía o de quién- cuenta.
A veces me detengo mejor a pensar en cosas frusles y absueltas de la escritura. Trato de distraerme con cierta farándula, con ciertos rostros, pero me engaño: amenazada siempre por mis propias balas, no puedo salir de la trinchera que recorro una y otra vez.
Pienso en lo bien que me caería una noche de farra, luego la escribo.

1 comentario:

Tonatiuth Hernández (TYCO HERNÁNDEZ) dijo...

Rowe es difícil a veces explicar ciertas artimañas o coincidencias en el tiempo, pero que bueno que tu siempre encuentres algo de que escribir y que bueno que te visite hoy.
Un abrazo bien largo.