martes, 16 de septiembre de 2008

Blog romance


Todos los días uno cambia. La voz cambia, cambian los instintos, los objetivos. Es emocionante verse de pronto cazando respuestas y reacciones.
Cada mañana, en una abyecta disciplina, uno sale a cazar palabras, como si se tratara de bestias salvajes que se dejan aprisionar despiadadamente y se forman en filas perfectas, para después ser acribilladas por las miradas.

Dactilar

Sin temor a equivocarme les digo que es Michoacán el estado más hermoso del país. Se ha desplegado en él como en ninguna otra zona, un gran abanico de extrañas bellezas. Sus litorales son los más bellos y desconocidos, también son de los menos explotados, puesto que hasta hace algunos años, sus sabiamente incivilizados habitantes supieron defenderlos de los embates de la industria turística. Sus bosques poblados de géiseres no tienen igual, aunque la mayoría están gravemente devastados por la CFE (que cree que con la luz y fuerza del señor puede seguir mandando campesinos al cielo) con sus ya internacionalmente aplaudidos estropicios. Sus lagunas, sus pueblos imposibles, sus ciudades... No es cosa de extrañarse que el mismísimo paraíso esté desde hace tanto tiempo sitiado por los vivales. Con las noticias de hoy me acordé de mis recorridos desde El Infiernillo hasta Maruata -hace ya de veras antiguos sexenios- en los que la opresión de la violencia y la corrupción se dejaba olisquear de tramo en tramo.
Me acordé también de los oyameles, de los abetos, de los ocotes, de los encinos, de las inmensas columnas de vapor blanquísimo que de pronto sorprenden a la vista en medio de interminables verticalidades y verdores, de aquellos extraños cenotes venenosos de un rojo cobrizo, de un azul metálico o un verde esmeralda, siempre hirvientes o heladísimos... me acordé de aquellas joyas del paisaje mexicano, irrepetiblemente desaparecidas por la ignorancia, la codicia y la gandallez, y me acordé de aquellas otras joyas, a dios gracias custodiadas por buenos y furiosos machetes nativos.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Estrella fugaz del jardín secreto

Balita

La patrulla hizo un trayecto lleno de curvas pero relativamente corto. Jamás hubiera imaginado que existiera una chirona como aquella. El jardinero que arregló el jardín enmallado era un verdadero artista. Había plantado justo al borde del pavimento una eterna franja blanca de flores, había grandes brazos de enredadera creciendo en confabulación con la malla metálica, otra franja central de flores blancas, y justo al borde del muro que se elevaba a varios metros del camino, una franja más, y grandes brazos de enredadera aferradas al muro. Más tarde me enteré de que aquel jardinero era un presidiario, violento e hijo de puta, pero en fin, era un artista. Cuando el jardín enmallado terminó, entramos en un jardín iluminado con lámparas rojas. En el pavimento alguien había dibujado con pintura blanca los contornos de cientos de gatos, eso sí que era extraño: si ustedes me lo preguntaran les diría que ni en mis más derrengadas y añejas fantasía sobre la cárcel habría podido imaginar semejante cosa. Jamás, ni en mis tres últimas vidas, había estado en una cárcel y siempre supuse que eran como suponen todos aquellos que jamás han pisado una cárcel, creo que me entienden. Pero cuando este sitio se elevó como una realidad ante mis ojos, me quedé verdaderamente estupefacta; aquella malla tan finamente colocada, aquella enredadera sobreviviendo obscenamente entre metales me pareció imposible. Fue la última visión del verdadero mundo del cual me arrancaron de cuajo como mala hierba. (Este es un fragmento -como todas mis Balitas- de una novela escrita hace varios años)

sábado, 13 de septiembre de 2008

Niña tuza

Te he visto, tusona pervertida,
como te metes el dedo,
después del bocado y la rebanada.

Te he visto, niña mala, niña fea, niña tuza,
cuando te quitas la blusa,
y te revuelcas con esa gentuza.

Eres la peor pelusa
y te crees toda una musa,
niña odiosa, niña mala, niña fea, niña tuza.

Te he visto cuando
te comes el alambre,
¡vaya que si tienes hambre,
que nunca te da un calambre,
después de tragar tantos cables!..
De la duela del pasillo o
del tapete del corredor,
¡mejor ni hables!
No intentes decir palabra,
que sólo chillidos de roedor
saldrán de tu boquita macabra.

Te he cachado,
malandrina,
tonta y burda golondrina,
habitando un nido cavado
con tu pequeña pezuña, de niña tuza, niña mala, niña fea, niña obtusa.

Los amantes

Emir Guerrero

Más cuestiones íntimas

Esto de escribir tiene el riesgo de que uno se encuentre de pronto en medio de un soliloquio. De que los receptores -cada uno por su parte- se vayan forjando sus propias historias en torno al emisor y entonces el par de realidades deje de ser paralelo. No son suficientes las palabras. La palabra tiene un poder que amuralla, que construye largas paredes que pueden ser opresivas, y sin embargo uno puede volverse adicto a su encierro.
A veces creo que la honestidad es una patología de los pretenciosos, que las virtudes teologales pertenecen a seres más necios que los necios.
Crecí con los textos de Lu Sin. Creí desde siempre que Guanyín, Cristo y todos los protagonistas de cada sistema de creencias eran figuras de la ignorancia y el mercado. Ahora sé que la ignorancia simplemente no tiene límites y que lo único que debe aprenderse a conciencia es la felicidad y que la felicidad es el amor, que no tiene forma, que no puede escribirse, ni decirse, que no ha requerido nunca de todos los templos que se han construido en su honor.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Para mis compas de Texcoco


Hoy estaré en 100.5 de FM a las 11:00, estación local. Para hablar sobre el Pueblo Cooperativo, en el programa de Deyanira.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Monomanía II


Los domingos vienen cientos a escucharme, a estrujarse los trajes los unos a los otros y me creen como podrían creerle a cualquier cura. Tengo el don de contarles historias que desatan bajas pasiones, y eso les encanta, los libera. Cuando les cuento historias mi lengua se agita serenamente, sola, porque mi mente está en otra parte.
Las historias que cuento siempre hablan sobre ella. Cuando pienso en ella inmediatamente veo sus piernas, moviéndose rápidamente; el segundo elemento que veo es su cabello y abajo el rostro.
Puedo hablarles horas y horas hasta que, en mi compulsión, veo una vez más la agitación lúbrica y su cara bajo el agua.
He obtenido mucho en muy poco, tengo un templo verdaderamente grande en el que las bancas no alcanzan para sentar a todos. He vaciado los deseos que tuve en una alberca, mi realidad juega desnuda adentro, pero ella se quedó en el fondo y no la puedo sacar.
A veces les describo cómo era al final. Las mujeres se sienten especialmente atraídas por ese sermón; les hablo de la princesa del limen sentada en el borde de la alberca y recojo la llave de cristal; mi excitación por llegar al fondo me vuelve un erótico irresistible, un inconforme absoluto, y las hago arrancarse la ropa hablándoles sólo, pero me aferro al celibato. Veo una masa que crece frente a mí y luego late hasta separarse en un grupo de señoras abotonándose temblorinamente las blusas.
Qué grotescas siluetas asoman a mis ojos mientras ella, pura y bella, empieza a desvanecerse bajo el agua, sus piernas se me escapan para siempre y bajo ese temblor se me escapa toda.
A los hombres les apasiona un sermón distinto, les cuento la historia de la bella clavadista que alcanzó la fama, la gloria y la fortuna; ellos piensan quizá en un puñado de mujeres, entre ellas escogen a una, en su estado ideal, saliendo del agua, crecida de espíritu y preparada para el fornicio. Mi ardor por rescatarla me convierte en un conquistador intolerable, enemigo alevoso que ha devorado el bombón de este mundo, pero mi condición se ciñe a la paz. Veo una masa de hombres que se agolpa y de ella salen puñetazos y patadas.
Lo que nunca les cuento es lo que verdaderamente me obsesiona, pienso una y otra vez en su cabeza golpeando contra los azulejos de la alberca; una y otra vez, pienso en la mancha que se extiende en el lienzo azul, pienso en sus piernas agitándose violentamente en el momento final, pienso en sacarla, pienso que puede existir alguna forma, algún modo, alguna esperanza. Quizá si la tomara de las piernas que se asoman y jalara y jalara, quizá si vaciara toda el agua, o me arrojara yo, o colocara un colchón mágico justo en el azulejo que dio contra su cabeza, quizá si también me reventara el cráneo en un rapto de éxito rotundo.

Con las primeras manchas de sangre la masa se fragmenta y los hombres, desorientados, aliviados de sus bajas pasiones, van a casa y se entregan fielmente a su rolliza brazada, mientras yo sigo ideando la forma de sacarla.

martes, 2 de septiembre de 2008

Un accidente me alejó del iluminado


Tengo la piel muy clara
y el alma mía está en la penumbra
de un foso.

Dicen que vuelo
con alas de fuego,
pero en mi espalda
sólo se agita la sangre de un disparo
a traición.
Sangre iluminada.

Él prometió que sería mío
y antes de serlo
se asomó a mi pozo
y ahí se cayó.

En un tropiezo,
en un trastabillar,
en un susto, en un grito y
en un mar penumbroso
se ahogó.