Todos los días uno cambia. La voz cambia, cambian los instintos, los objetivos. Es emocionante verse de pronto cazando respuestas y reacciones.
Cada mañana, en una abyecta disciplina, uno sale a cazar palabras, como si se tratara de bestias salvajes que se dejan aprisionar despiadadamente y se forman en filas perfectas, para después ser acribilladas por las miradas.
Cada mañana, en una abyecta disciplina, uno sale a cazar palabras, como si se tratara de bestias salvajes que se dejan aprisionar despiadadamente y se forman en filas perfectas, para después ser acribilladas por las miradas.