Alejo se acostó a contemplar la punta del ciprés; es un placer que le durará poco, porque sonará el teléfono y escuchará la voz de Tina. Por desgracia no puede pasar más de dos horas sin él y el timbre irrumpe al menos 12 veces al día. Tendrá que levantarse del suelo para responder. A su alrededor todo será tan bello que no podrá siquiera irritarse por la necedad de la muchacha. Aquello tiene una explicación evidente; Alejo tiene grandes ojos azules y piel de marfil, es sin duda uno de los hombres más bellos de la ciudad. Yo lo pondría sobre un caballo blanco. Él me complació aún más y se compró un Mini cooper verde en honor a los ojos de una amada a la que espera todavía.El ciprés se eleva dándole pinceladas displicentes a un cielo limpio. Alejo baila para sí mismo y fija los ojos en la altísima punta. La intromisión futura de Tina será incapaz de arrancarle su felicidad. Y así, con una expresión de bienestar se quedará donde está. Nadie puede verlo, pero se ve tan hermoso que podría alojarse como una fijación en la mente de cualquiera que lo observase. Tina es una tipa aburrida ante Alejo. Tímida. De un humor excéntrico e interno. Cuando hace alguna broma nadie le entiende; todos a su alrededor se sienten incómodos y cambian de tema. El mal sentido del humor tiende a interpretarse como una neurosis pegajosa. Esto parece una ironía, puesto que el humor ingenioso se pega aún más que el malo y además se hereda a las generaciones que saben interpretarlo con inteligencia. Inclusive se desarrollan escuelas de conocimiento en torno al buen sentido del humor. Tina, pese a su oculto ingenio, tiene un objetivo claro, y guiada por el impulso de su corazón, va hacia él. El camino que ese corazón le ha obligado a tomar le parece una fase larga y triste, tan poblada de clavos y rencillas como su propio sentido del humor. Al contrario, todo en la vida de Alejo es una aventura, su existencia es como una pelota que rebota y rebota sin reventar en ninguno de los numerosos clavos que pueblan su camino. No hay para Alejo una mujer que no sea adorable, sin embargo no puede amar a nadie que no sea él mismo. Varias personas se lo han reprochado; para él el egoísmo se traduce en goce y tal goce es insoportable para los que no lo sienten. Ese goce es la chispa involuntaria para volverse bello e inalcanzable como lo verdaderamente bello. Tina escribe y escribe cuartillas de amor por él, y todo lo que Alejo le da son encantadoras patadas, siempre con una elegancia estudiada por su imaginación solitaria. Esta amabilidad es una trampa para mantenerla junto a sí el tiempo suficiente y hacer que su Narciso oculto termine de alimentarse.
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