jueves, 24 de octubre de 2019

Mi pensamiento es un mal hombre

Mi pensamiento es mejor ahora que antes, eso dice.
Sin embargo, transcribirlo desde mi cabeza hasta el papel, cargar con sus pesados complejos, con sus dolores y miedos internos, con su carácter irascible, su exceso de sinceridad, sus celos retorcidos, su exceso de sí mismo; hacerlo sentir cómodo en la hoja, ofrecerle una buena historia para que se relaje,  son tareas que ya no encuentro tan sabrosas como antes.

Siempre anda apresurado, siempre anda impaciente por encontrarse con la siguiente pregunta, y nunca encuentra una buena respuesta, nunca halla una que soporte su caudal de preguntas aledañas. Todo el tiempo cuestiona mi falta de cultura, mi desconocimiento del lenguaje filosófico que intento transcribir, mi incapacidad para formularle yo misma preguntas oportunas, que lo enriquezcan, que le den más preguntas, como si no fueran suficientes.

Es que acaso el que mi pensamiento sea mejor ahora -o eso diga- y yo no quiera escribirlo me hace una mala mujer. No lo creo, yo he actuado bien, él es culpable de todo. Él se porta mal. Me he dado cuenta de que me espía cuando duermo; luego interrumpe mi sueño, me desvela con sus nimiedades y yo no tengo ganas de levantarme de la cama para escribirlo.

Mientras él solamente nada en el mar calmo de las letras que escribo, y se arrulla entre mis dedos, y termina por dormirse, yo siento que me ahogo en su tsunami de objetos diversos, de respuestas inconexas, de cuartillas fulgurantes pero inútiles… 

Lo peor de todo esto no es que mi pensamiento sea mejor ahora, o eso diga, sino que vivo junto a él, lo necesito, y si nos divorciáramos me volvería loca.



2 comentarios:

Israel Alexander dijo...

Celebro está nueva entrada.

Que nunca cese tu voz.

Rowena Bali dijo...

Gracias Israel. Que tampoco cese la tuya.