Si llegas hasta aquí es porque te gustas
demasiado. Te he dicho ya que eres la chica más hot, eso te ha de gustar, por eso regresaste.
Me he encontrado a muchas que llevan tu nombre, aparecen en
mi vida como signos animados de algún vaticinio complejo y misterioso que no he descifrado. Muchos de los nombres de las cosas me llegaron de la
misma manera. Nadie sabe lo que estará escrito en la siguiente página si es la
primera vez que lee el libro. El nombre de mi librería, "El vaticinio", por ejemplo, no fue propuesta
mía sino de una joven publirrelacionista. Tu nombre llegó a mis páginas por una jugarreta
de la vida.
Tus ojos, nena vanidosa, están aquí.
Aquí tú, yo aquí: no somos casualidad. Aquí las palabras forman ejércitos de fantasmas
que no hacen ruido, pero que marchan firmemente hacia ti, hacia tu mente
preciosa. En esta encrucijada se encuentran tu presencia y su sentido. Eso
tampoco es casualidad.
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