Ellos son el gorrión 
de pecho amarillo,
el cardenalillo 
-que no es el mismo 
que el cardenal,
aunque arde igual-
y el chanate,
que aunque 
renegrido y feo,
tampoco halla un acicate
para su dolido amor
pues sí tiene corazón
y también late.
Ellos son el fuego lento,
el fuego ardiente 
y el rescoldo.
 
 
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