martes, 18 de mayo de 2010

Mis jefes, mi vida laboral y mi vergonzosa vida académica

A veces me pesa la idea de que mientras unos dedicaron sus vidas a socializar y a divertirse, yo me dediqué a buscar trabajo, a gestar, parir y criar, a escribir libros y eso, pero principalmente a encontrar figuras de autoridad, es decir jefes… ¿Cuántos jefes habré tenido?
Cuando les cuento a mis conocidos sobre mi vida laboral, hacen cara de incredulidad, dirán que soy mitómana, pero aquí les va la lista de los que me acuerdo, pueden llamarles, si quieren comprobar… a ver si alguno se acuerda de mi.

Aarón Alboucreck. Fue mi jefe en la primera chamba decente que tuve, como editora de diccionarios en Larousse, (fue un jefe de lo peor, supongo que a mis 21 yo habré sido una pésima editora), Adolfo Domínguez. Fue mi jefe en Coorporativo Propulsa, cuando fui coordinadora del proyecto Club Acces, Florencio Hernández del Ángel. Mi jefe en dos ocasiones, cuando yo hacía las relaciones públicas del Colegio Mexicano de Ingenieros Civiles y cuando las hice –entre otras cosas- para Mayoría Ciudadana. Humberto Becerril Olivares. Una excelente persona. En la Cámara de Diputados, cuando yo editaba la Gaceta Parlamentaria. Miguel García Tangassi. Cuando trabajé en Grupo Medios. Arturo Coste. Cuando trabajé en el Boletín del Infonavit. Un gran tipo. Juan José Reyes. Mi jefe hoy. Es el mejor del mundo, además es mi alma gemela. En la UACM, como jefa de redacción de Cultura Urbana. Juan Pablo de la Colina. Cuando junto con otros socios fundamos una pequeña empresa llamada “O” Diseño. Este señor además fue mi marido, hoy yo soy su jefa. Óscar Madrazo. Casi ausente, en Contempo. Rowena Bali. Cuando abrí mi café para dedicarme a leer el Tarot. Agustín Peña. Jefe de jefes, él dice que no, pero actualmente es mi jefe en Ibero 90.9. Román Diaz Vázquez. Debería darme vergüenza mencionarlo, trabajé con él unos días en Radio Chapultepec y no lo volvería a hacer. Javier Dickter. Fue importante en mi vida, porque me inspiró un personaje de El agente morboso. Alejandro Barreto. Un bombón, también debería darme vergüenza mencionarlo porque nunca hice nada productivo en su empresa, de nombre Oncue… una no debería confundir el deseo con el trabajo.

Ya no me acuerdo cómo se llamaba mi jefe –si es que lo tuve- cuando hablaba en Omega Experimental.
Tampoco me acuerdo quienes me coordinaron cuando trabajé en dos o tres agencias más de modelos y edecanes, en las que hice un horrible papelón.
Ni me acuerdo cómo se llamaba mi jefe cuando trabajé dando clases de teatro.
De mi vida académica mejor ni hablar: un desastre. Crecí dentro de un campus universitario, estudié en dos -en ambos casos con pésimos y vergonzosos resultados- y actualmente trabajo en dos universidades.

1 comentario:

Agustin Cadena dijo...

Todos los CV deberían escribirse así. Sería más divertido para quien los hace y para quien los lee.