Yo
veo mi casa agrisarse,
agrietarse,
y mi leche agriarse.
Todo en mi está
flaco y lacio
y mi oficio es oneroso.
Tú,
muy rancio,
ocupas en la ópera
un palco
y en el palacio
un espacio lustroso.
Tú, tan tanto,
cantas una canción
de la que no sé la tonada.
Yo, tan nada,
silbo al viento una nota
a la que no estás atento.
3 comentarios:
Siempre es tu voz la que se escucha al viento, que bello.
No exageres
salud por los palcos
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