Es decir que a estas alturas de mi investigación el pequeño y yo hemos creado una dependencia sumamente conspicua; cuando él se soba el lomo como una hormiga en el trabajo, yo espero a que dé la hora de la consulta; mientras tanto hago todos los menesteres caseros: yo, al igual que él tengo una vida propia, con un pasado y un futuro. Pero mi cabeza está repleta de él mientras espero con ansiedad la hora de la consulta.
Soy en todos los sentidos una fémina cuando pienso en el estupor que me causa la indecencia y el descaro de sus palabras: cuando habla sobre los billetes que le deja a la nana en la hornilla, cuando habla del pútrido niño; soy una total fémina cuando le digo que jamás podré tener sexo con mis pacientes, (ética profesional) lo cual él sabe interpretar como un perfecto: “vete a la mierda”, jamás me acostaría, pues, con un hombre que tiene un niño pútrido en la recámara contigua.
Me inquieta pensar lo que le dice a sus amigos sobre mí mientras está en la cantina: otra de las puntas de su perfecto hexágono vital. Me imagino al muchacho diciéndole a los amigos que soy una puta a la que viene a ver todas las tardes, siento rabia. Quizá esa rabia es otra de las debilidades que le queda a mi ser; pese a mi represión sigo siendo una fémina, absurda portadora de sutilezas y remilgos, inseguridades, recónditos amasijos de deseo negado una y otra vez, grandes bolas de sebo deslizándose en mi interior, en busca de una válvula de escape que permanece cerrada a base de una disciplina mortal, que las disuelve, tarde o temprano, tristemente. Soy una fémina vergonzante; cuando habla de Plop y Fofi, los personajes de Morten, cuando habla cansinamente de la reina, cuando habla de las mujeres que alegremente se tira cada vez que su abotagado cuerpo se lo permite, sobre la mujer a la que violó, (yo escucho a este cerdo sin que mi condición de terapeuta, me permita arremeter contra su insolente cuerpecillo ventrudo y enfermo) sobre cosas de féminas, en ese modo corriente que lo hace, se me revuelven todas las bolas de sebo.
Desde que violó a la mujer las palabras del Gerzon me causan una terrible indignación... y no por la mujer (¡puta! ¡maldita! ¡que se pudra!), no, sino por la triste y absoluta fémina que vive en mí.
Soy en todos los sentidos una fémina cuando pienso en el estupor que me causa la indecencia y el descaro de sus palabras: cuando habla sobre los billetes que le deja a la nana en la hornilla, cuando habla del pútrido niño; soy una total fémina cuando le digo que jamás podré tener sexo con mis pacientes, (ética profesional) lo cual él sabe interpretar como un perfecto: “vete a la mierda”, jamás me acostaría, pues, con un hombre que tiene un niño pútrido en la recámara contigua.
Me inquieta pensar lo que le dice a sus amigos sobre mí mientras está en la cantina: otra de las puntas de su perfecto hexágono vital. Me imagino al muchacho diciéndole a los amigos que soy una puta a la que viene a ver todas las tardes, siento rabia. Quizá esa rabia es otra de las debilidades que le queda a mi ser; pese a mi represión sigo siendo una fémina, absurda portadora de sutilezas y remilgos, inseguridades, recónditos amasijos de deseo negado una y otra vez, grandes bolas de sebo deslizándose en mi interior, en busca de una válvula de escape que permanece cerrada a base de una disciplina mortal, que las disuelve, tarde o temprano, tristemente. Soy una fémina vergonzante; cuando habla de Plop y Fofi, los personajes de Morten, cuando habla cansinamente de la reina, cuando habla de las mujeres que alegremente se tira cada vez que su abotagado cuerpo se lo permite, sobre la mujer a la que violó, (yo escucho a este cerdo sin que mi condición de terapeuta, me permita arremeter contra su insolente cuerpecillo ventrudo y enfermo) sobre cosas de féminas, en ese modo corriente que lo hace, se me revuelven todas las bolas de sebo.
Desde que violó a la mujer las palabras del Gerzon me causan una terrible indignación... y no por la mujer (¡puta! ¡maldita! ¡que se pudra!), no, sino por la triste y absoluta fémina que vive en mí.
2 comentarios:
fascinación
mucha.
pero, ignorancia... ¿quién es Gerzon? ¿Morten?
Plop - beckett, intuyo.
oh le grito mudamente a la falta de lecturas.
(dicen por ahí que entre terapeuta y analizado siemrpe hay una relación violatoria... ¿quién viola a quién? sería la siguiente interrogación al respecto...
fascinación
mucha.
pero, ignorancia... ¿quién es Gerzon? ¿Morten?
Plop - beckett, intuyo.
oh le grito mudamente a la falta de lecturas.
(dicen por ahí que entre terapeuta y analizado siemrpe hay una relación violatoria... ¿quién viola a quién? sería la siguiente interrogación al respecto...
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