Cambio mi actual oficio por otro nuevo, flamante.
Me largo de un pasado civilizado que un segundo antes de ocurrido ya es remoto.
Lo que más me interesa por ahora –por si les interesa- son las plantas, no las civilizaciones. Verlas construir de la fealdad belleza me llena de esperanza.
Dirán algunos espontáneos que –aun a la vista de esta catástrofe del paisaje– se pierde la libertad al abandonar por un rato la literatura y entregarle tiempo a seres que no producen catástrofes; que, al contario, saben cubrirlas con verdura, que entienden la belleza como una plaga y al hombre como un estúpido animal que todo lo carcome.
Como ustedes sabrán, amigos, me gusta cambiar de oficios y hoy, de ser un colibrí desnudo entre los floripondios, paso a ser una gusana, oficialmente. Me gustan las plantas porque son lo más lejano a lo humano que conozco; las amo, además, -esto nada tiene que ver con mi condición de gusana- porque disfruto leer las runas que se cuelan en sus entramados.
Como ustedes sabrán, amigos, me gusta cambiar de oficios y hoy, de ser un colibrí desnudo entre los floripondios, paso a ser una gusana, oficialmente. Me gustan las plantas porque son lo más lejano a lo humano que conozco; las amo, además, -esto nada tiene que ver con mi condición de gusana- porque disfruto leer las runas que se cuelan en sus entramados.
2 comentarios:
no hay nada como la jardinería, querida rowena. bien por ti.
¡Qué afortunada eres!
A mi me encantan las plantas, pero no tengo buena mano, siempre se me mueren. :(
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