Veo tus labios en una sonrisa de dientes aún blancos, tus patas de gallo y veo tu cuello lleno de muy juntas líneas paralelas, acostado junto al mío y te veo trabajando arduamente en el campo, con sombrero de paja, las uñas sucias. Y me veo mirándote desde el extremo del jardín, en tanto pienso que soy tuya.
Incluso en el futuro aquel me sigo preguntando cuál será el nombre del misterio y estoy ahí parada, como si no pasara nada, te sigo mirando desde el extremo de otro tiempo, con la absoluta discreción que sólo sé romper con la escritura.
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