Vienes a verme, atraviesas la carne, la ropa, la sábana, la cobija, la recámara, la puerta, el pasillo, la escalera, la otra puerta, la cochera; despegas sobre la calle, cruzas la barda elevándote y sigues alto, alto, vas a necesitar altura, son muchos kilómetros hasta mi casa. Vienes a verme, aterrizas sin miedo, mis cancerberos te guían y te reciben con honores; tienen alas de murciélago y pueden olerte a un kilómetro de distancia. Mi alma te recibe con el cuerpo abierto, muy segura porque a ella no puedes mentirle. Mis cancerberos también pueden leerte. Vienes a verme, tomas el camino que quieres y la forma que deseas.
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