domingo, 15 de abril de 2018

Freddy y el Innombrable (fragmento)

Últimamente, cada vez que me planteo una pregunta, la respuesta inmediata de mi cerebro, que ya no quiere pensar, es otra pregunta ¿y a quién le importa? Hoy sé que a nadie le importa, pero si no les cuento esta historia me va a salir un hueco en el corazón, entonces, aunque les importe nada, se las cuento. Se trata de una historia de amor que me pesa como un lastre que de pronto cobró vida en pleno vuelo y se transformó en una bestia inexplicable que derrumbó mi aeronave.
      Resulta que hace unos meses conocí a esta chica, ¿saben?, no quiero presumir, pero tengo el mejor gusto, ahí están mis hijos para demostrarlo, mis mujeres siempre fueron unos cuerazos, y la chica en cuestión no es la excepción. Resulta que ella era yogui, muy yogui, hasta el nivel de mi más absoluta incomprensión. No puedo ni pronunciar, ni escribir -porque es sagrado- el nombre extraño de ese tipo al que mi mujer, con quien tuve la mejor química de los últimos tiempos, tenía que consultar antes de tomar una decisión cada bendito día de su vida. Lo peor es que a aquel Innombrable yo no le caía bien, y ahí estuvo la perdición, la herida, el imposible, porque el amor de mi chica, que era apasionado, caliente, chisporroteante, no le bastó para quitar el altar que le puso al Innombrable muchos años antes de mi llegada. ¿Qué tanto pudo pasar entre él y mi chica? Quizá fuera un pervertido, un asesino sectario, un vivales que explotaba a mi mujer y en tanto se divertía infringiéndome torturas de amor, quizá fuera su amante de planta y yo sólo un bocadillo insignificante para su desmedida ambición sexual. No lo sé: cada cosa que ella hacía con aquel sacro sujeto me era desconocida... 

1 comentario:

Anónimo dijo...

FELIZ CUMPLE¡¡¡ CON LOS ATENTOS SALUDOS DE LO INNOMBRABLE....