Yo quería escucharte razonar frente a mí, verte en el
proceso de articular alguna frase inteligente. Pero me bloqueaste como se
bloquea a una persona por imprudente. Yo ya no voy a pedir más perdones por mi imprudencia, en el
amor está permitida, por lo demás, soy inocente de ella: es producto de
alianzas, nexos, asociaciones de ideas que se concatenaron en la pesadilla de
amarte, en un mal despertar repetitivo donde veo mi pasado desmoronarse como un sueño en vertical.
Las escritoras escribimos: en nuestra conciencia se
ensamblan nombres, se multiplican circunstancias, se separan unas, se
direccionan otras, hasta formar historias para que los demás las lean. Mi tono
intimista no es autobiográfico, y estoy harta de aclararlo. No tuve ni
irrisoriamente la mínima parte de los amantes que presumen mis personajes
narradores en primera persona, todos ellos son productos de caminatas en
solitario, de noches en vela y soliloquios eternos, de grandes hoyos negros en
el pecho, que no acaban de desaparecer, que se instalan bajo las costillas
durante años, se metamorfosean en personajes nuevos y luego se mezclan, se reproducen en una fuente de inspiración platónica que hoy mantiene
tras de mí a una pequeña pero creciente estela de lectores invisibles.
2 comentarios:
Claro que hoy remito medio abrazo y medio beso¡¡¡ por que tu tono intimista no es autobiográfico, es natural¡¡¡ son tuyosssss
¿Quién eres, anónimo de los signos de admiración siempre en apertura?¿Por qué medio abrazo y medio beso y no completos? Saludos.
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