miércoles, 25 de agosto de 2010

Balita

En El agente Morboso.
Pasé estos meses meditando. Me había vuelto totalmente casto. Esa parte en mi vida de tránsfuga sí que era extraña, siempre me han gustado muchísimo las chicas. Me quedaba en casa viendo los videos, Dismiss y el Cartoon. En el trabajo todo estaba muy tranquilo, el Gordo Capitalista despertaba sólo para firmar mis bouchers, eso era estupendo. Llamaba con mucha frecuencia a la Chica del Lago, ella había empezado a salir con un chico peruano y bla, bla, bla. Hacía como que me alegraba. Pero no saben cómo me retorcía de sufrimiento. Me había convertido en un chico rubio fálico y sádico, que amaba locamente a la chica de ojos almendra y no se lo podía decir. Viéndolo bien era un romance muy lindo.
Durante ese tiempo empecé a cargar algunos cursillos de la Ibero a la cuenta del gordo, quien, pobre, firmaba con un esfuerzo sobre humano. Empecé a temer por su vida, para hacerle las cosas más fáciles cargué una computadora portátil a su cuenta, pero el tipo había decaído tanto que jamás pudo entender el aparato. Yo tenía que verificar siempre que no se quedara dormido antes de firmar los bouchers, esperar a que se durmiera y salir. Todo aquel ajetreo me llevaba varias horas, por lo demás mi profesión me daba para vivir holgadamente. En la Ibero conocí a varias chicas, todas derrapaban por mí. No saben qué efecto produce la castidad.

No hay comentarios: