Recuerdo cuando llegó el Tláloc a la ciudad de México, que todavía era bella y amable, caminable y respirable. La región más transparente, como la llamó Alfonso Reyes antes que Fuentes, y después de Humboldt. Aquella tarde la mole inmensa llovió sobre la ciudad medio azorada y festiva que recibía otro dios, ajeno a los de moda. Eran los sesenta. En Chapultepec lucían recién estrenaditos el museo de antropología y el arte moderno. Llegaban a la vez vientos de cambio, anunciados tal vez por aquella piedra enorme que ahora Juan Pablo de la Colina recrea con su imaganción y maestría se siempre...
2 comentarios:
Después del holocausto de estos días de calor , Tláloc se complace con enviar el rozar cristalino, trae las flores y les da alma.
Fernando Sojo.
Recuerdo cuando llegó el Tláloc a la ciudad de México, que todavía era bella y amable, caminable y respirable. La región más transparente, como la llamó Alfonso Reyes antes que Fuentes, y después de Humboldt. Aquella tarde la mole inmensa llovió sobre la ciudad medio azorada y festiva que recibía otro dios, ajeno a los de moda. Eran los sesenta. En Chapultepec lucían recién estrenaditos el museo de antropología y el arte moderno. Llegaban a la vez vientos de cambio, anunciados tal vez por aquella piedra enorme que ahora Juan Pablo de la Colina recrea con su imaganción y maestría se siempre...
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