domingo, 22 de marzo de 2009
sábado, 21 de marzo de 2009
Dos tipos de chica
I
Alabanza a la mujer ejemplar
(Todos los días leo un pasaje de la biblia y este es el de hoy)
Mujer ejemplar no es fácil
hallarla;
¡vale más que las piedras
preciosas!
Su esposo confía plenamente en
ella
y nunca le faltan las ganancias.
Brinda a su esposo grandes
satisfacciones
todos los días de su vida.
Va en busca de lana y lino,
y con placer realiza labores
manuales.
Cual si fuera un barco mercante,
trae de muy lejos sus proviciones.
Antes de amanecer se levanta
y da de comer a sus hijos
y a sus criadas.
Inspecciona un terreno
y lo compra,
y con sus ganancias planta viñedos.
II
Corrido de la lúbrica perdida
(Bocanadas)
Rowena Bali
Alejada estoy
del moral quicio
y a la desenfrenada
libertad
me doy;
no hay voluntad
que me vuelva
al oficio mesurado,
pues me he entregado
a la juerga
y al fornicio.
Bocanadas
de licor ingiero;
querer no quiero
ni salvación,
ni desahogo.
No te inquietes, amor,
que no te imploro.
En mis noches de ardor
duros filetones
de ansia devoro
y al lupanar arrojo mi decoro.
Bocanadas
de humo
en mi garganta recojo,
en mis pulmones
las demoro,
y en mis elucubraciones
las remojo.
Lo mismo
da un bayo que un moro:
en ancas me monto
y hacia el río troto,
donde bancadas
de placeres
y amoríos rotos hallo.
Alabanza a la mujer ejemplar
(Todos los días leo un pasaje de la biblia y este es el de hoy)
Mujer ejemplar no es fácil
hallarla;
¡vale más que las piedras
preciosas!
Su esposo confía plenamente en
ella
y nunca le faltan las ganancias.
Brinda a su esposo grandes
satisfacciones
todos los días de su vida.
Va en busca de lana y lino,
y con placer realiza labores
manuales.
Cual si fuera un barco mercante,
trae de muy lejos sus proviciones.
Antes de amanecer se levanta
y da de comer a sus hijos
y a sus criadas.
Inspecciona un terreno
y lo compra,
y con sus ganancias planta viñedos.
II
Corrido de la lúbrica perdida
(Bocanadas)
Rowena Bali
Alejada estoy
del moral quicio
y a la desenfrenada
libertad
me doy;
no hay voluntad
que me vuelva
al oficio mesurado,
pues me he entregado
a la juerga
y al fornicio.
Bocanadas
de licor ingiero;
querer no quiero
ni salvación,
ni desahogo.
No te inquietes, amor,
que no te imploro.
En mis noches de ardor
duros filetones
de ansia devoro
y al lupanar arrojo mi decoro.
Bocanadas
de humo
en mi garganta recojo,
en mis pulmones
las demoro,
y en mis elucubraciones
las remojo.
Lo mismo
da un bayo que un moro:
en ancas me monto
y hacia el río troto,
donde bancadas
de placeres
y amoríos rotos hallo.
miércoles, 18 de marzo de 2009
Mi oveja en fuga
Mi oveja se fugó
por los resquicios de un pasado
que a su vez
se fugó.
Llegó a
un pastizal
imposible
en un valle
olvidado.
Entonces
el recuerdo volvió
como una balada.
por los resquicios de un pasado
que a su vez
se fugó.
Llegó a
un pastizal
imposible
en un valle
olvidado.
Entonces
el recuerdo volvió
como una balada.
lunes, 9 de marzo de 2009
Mañana a las 11:00 am en DFM
Mañana estaré a las 11:00 A.M.
en DFM, el programa que conduce
el siempre buenazo Agustín Peña por
Ibero 90.9, FM,
para platicar sobre el nuevo número de la revista
Cultura Urbana:
En el rincón de una cantina.
sábado, 7 de marzo de 2009
Runas de la gusana
Cambio mi actual oficio por otro nuevo, flamante.
Me largo de un pasado civilizado que un segundo antes de ocurrido ya es remoto.
Lo que más me interesa por ahora –por si les interesa- son las plantas, no las civilizaciones. Verlas construir de la fealdad belleza me llena de esperanza.
Dirán algunos espontáneos que –aun a la vista de esta catástrofe del paisaje– se pierde la libertad al abandonar por un rato la literatura y entregarle tiempo a seres que no producen catástrofes; que, al contario, saben cubrirlas con verdura, que entienden la belleza como una plaga y al hombre como un estúpido animal que todo lo carcome.
Como ustedes sabrán, amigos, me gusta cambiar de oficios y hoy, de ser un colibrí desnudo entre los floripondios, paso a ser una gusana, oficialmente. Me gustan las plantas porque son lo más lejano a lo humano que conozco; las amo, además, -esto nada tiene que ver con mi condición de gusana- porque disfruto leer las runas que se cuelan en sus entramados.
Como ustedes sabrán, amigos, me gusta cambiar de oficios y hoy, de ser un colibrí desnudo entre los floripondios, paso a ser una gusana, oficialmente. Me gustan las plantas porque son lo más lejano a lo humano que conozco; las amo, además, -esto nada tiene que ver con mi condición de gusana- porque disfruto leer las runas que se cuelan en sus entramados.
miércoles, 4 de marzo de 2009
Balita
Es decir que a estas alturas de mi investigación el pequeño y yo hemos creado una dependencia sumamente conspicua; cuando él se soba el lomo como una hormiga en el trabajo, yo espero a que dé la hora de la consulta; mientras tanto hago todos los menesteres caseros: yo, al igual que él tengo una vida propia, con un pasado y un futuro. Pero mi cabeza está repleta de él mientras espero con ansiedad la hora de la consulta.
Soy en todos los sentidos una fémina cuando pienso en el estupor que me causa la indecencia y el descaro de sus palabras: cuando habla sobre los billetes que le deja a la nana en la hornilla, cuando habla del pútrido niño; soy una total fémina cuando le digo que jamás podré tener sexo con mis pacientes, (ética profesional) lo cual él sabe interpretar como un perfecto: “vete a la mierda”, jamás me acostaría, pues, con un hombre que tiene un niño pútrido en la recámara contigua.
Me inquieta pensar lo que le dice a sus amigos sobre mí mientras está en la cantina: otra de las puntas de su perfecto hexágono vital. Me imagino al muchacho diciéndole a los amigos que soy una puta a la que viene a ver todas las tardes, siento rabia. Quizá esa rabia es otra de las debilidades que le queda a mi ser; pese a mi represión sigo siendo una fémina, absurda portadora de sutilezas y remilgos, inseguridades, recónditos amasijos de deseo negado una y otra vez, grandes bolas de sebo deslizándose en mi interior, en busca de una válvula de escape que permanece cerrada a base de una disciplina mortal, que las disuelve, tarde o temprano, tristemente. Soy una fémina vergonzante; cuando habla de Plop y Fofi, los personajes de Morten, cuando habla cansinamente de la reina, cuando habla de las mujeres que alegremente se tira cada vez que su abotagado cuerpo se lo permite, sobre la mujer a la que violó, (yo escucho a este cerdo sin que mi condición de terapeuta, me permita arremeter contra su insolente cuerpecillo ventrudo y enfermo) sobre cosas de féminas, en ese modo corriente que lo hace, se me revuelven todas las bolas de sebo.
Desde que violó a la mujer las palabras del Gerzon me causan una terrible indignación... y no por la mujer (¡puta! ¡maldita! ¡que se pudra!), no, sino por la triste y absoluta fémina que vive en mí.
Soy en todos los sentidos una fémina cuando pienso en el estupor que me causa la indecencia y el descaro de sus palabras: cuando habla sobre los billetes que le deja a la nana en la hornilla, cuando habla del pútrido niño; soy una total fémina cuando le digo que jamás podré tener sexo con mis pacientes, (ética profesional) lo cual él sabe interpretar como un perfecto: “vete a la mierda”, jamás me acostaría, pues, con un hombre que tiene un niño pútrido en la recámara contigua.
Me inquieta pensar lo que le dice a sus amigos sobre mí mientras está en la cantina: otra de las puntas de su perfecto hexágono vital. Me imagino al muchacho diciéndole a los amigos que soy una puta a la que viene a ver todas las tardes, siento rabia. Quizá esa rabia es otra de las debilidades que le queda a mi ser; pese a mi represión sigo siendo una fémina, absurda portadora de sutilezas y remilgos, inseguridades, recónditos amasijos de deseo negado una y otra vez, grandes bolas de sebo deslizándose en mi interior, en busca de una válvula de escape que permanece cerrada a base de una disciplina mortal, que las disuelve, tarde o temprano, tristemente. Soy una fémina vergonzante; cuando habla de Plop y Fofi, los personajes de Morten, cuando habla cansinamente de la reina, cuando habla de las mujeres que alegremente se tira cada vez que su abotagado cuerpo se lo permite, sobre la mujer a la que violó, (yo escucho a este cerdo sin que mi condición de terapeuta, me permita arremeter contra su insolente cuerpecillo ventrudo y enfermo) sobre cosas de féminas, en ese modo corriente que lo hace, se me revuelven todas las bolas de sebo.
Desde que violó a la mujer las palabras del Gerzon me causan una terrible indignación... y no por la mujer (¡puta! ¡maldita! ¡que se pudra!), no, sino por la triste y absoluta fémina que vive en mí.
domingo, 1 de marzo de 2009
Oveja prêt-à-porter
Hay un presente
customizante y
concupiscente
y tú eres
el único
sobreviviente.
Si vas desnudo
y sufres
hambre
mi carne cómete
y con mi piel
vístete.
customizante y
concupiscente
y tú eres
el único
sobreviviente.
Si vas desnudo
y sufres
hambre
mi carne cómete
y con mi piel
vístete.
Etiquetas:
lobo,
yo soy quien te arropa y te alimenta
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