desaparecida,
su ausencia me llena
con un hueco terrible.
Siento caer
dentro de mi cabeza
peregrina maldiciones,
hechizos, vampirismos…
Siento los moscos beber
la sangre de mi sesera,
y los aplasto
con un golpe de olvido.
Cuando a punto estoy
de fenecer
por un embrujo
viene la amnesia
a rescatarme
y todo es nuevo.
Mi desmemoria
es a una vez
dolor constante,
amuleto
y repelente.