domingo, 30 de diciembre de 2018

La mujer metatextual (Fragmento)

Ojalá que cuando me vean por la calle, queridos lectores de esta historia, sepan reconocerme, les he contado como soy por dentro y por fuera. Ante todo soy un personaje: vivo un infierno indecible, mi vida tuvo como único destino engendrar a un monstruo que sigue creciendo en poder e inteligencia, sin que yo pueda detenerlo. Si quieren que lleve esta sinceridad mía a planos metatextuales: soy principalmente una mujer sin voluntad, que es escrita y leída conforme a decisiones ajenas; la de quien me escribe, y la de quien me lee: mi existencia, como la construcción misma del mal que albergo y cuido, depende de que ustedes permanezcan conmigo hasta entender a plenitud mi presencia en este mundo, es decir, hasta el desenlace de esta historia. Sé que es una difícil tarea, yo misma no entiendo una pizca de cómo demonios me trajeron hasta aquí sus conciencias: por una cita extramarital con un magnate de apodo la Serpiente terminé embarazada, perdí a mi familia, descubrí que mi marido me engañó durante años, me volví millonaria, parí un engendro genial y malvado, y ahora mismo me encuentro ante un camino recto e incierto en el que sólo sé que quiero que las arcas de la maldita Serpiente -mi actual y ahora distante protector- permanezcan llenas. El dinero parece ser la voluntad de ustedes, y, si se me permite otra declaración propia, les diré que quisiera que mi escritor se dignara a soltar esta historia, hasta dejarme descansar del tormento que es vivir de esta manera: escrita. Ustedes son los culpables de que yo me corrompa, de que me humille por el dinero de un protector al que detesto, de que sienta este orgullo inmoral por mi hijo violador y asesino, también de que viva en este duelo vergonzante por el amor de un marido que siempre me mintió. Ustedes y sus voluntades metatextuales me hacen incapaz de volver a sentir amor. Al menos antes tenía mi adoración ciega; ahora sólo tengo a mi hijo malvado y mis arcas siempre rebosantes, también tengo la certidumbre, como un hoyo negro en el pecho, de que la Serpiente volverá, con ella sus violaciones, sus vejaciones, la prostitución de mi alma. Al menos que ahora sus voluntades se apiaden de mí, me saquen de este pecado, me saquen del papel, me regalen esa vida verdadera de la cual tan repetitivamente hablan sus mentiras.

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