Abre la puerta porque mi memoria quiere salir, déjala, ya no me importa que se quede. La he venerado por décadas, la he cuidado con amor, le he cortado las hojas secas en cada invierno, pero ella quiere irse. Antes sólo manifestaba cierto desdén hacia mí, pero ahora finge que olvida de pronto mi existencia, me ignora durante días mientras yo trato inútilmente de mirarla a los ojos. Mi memoria me tiene envidia, a esa conclusión he llegado, ella quiso ser yo y nunca pudo. Mejor que se vaya.