lunes, 28 de marzo de 2011

La vida horizontal

Últimamente pienso que debería ampliar mi jardín, colocarle un cielo raso de manta blanca a mi estudio y también pienso en ampliar mi cuarto. Pienso en colocar algunos paneles de vidrio a la terraza para que mi habitación crezca y tenga un invernadero. Aunque mis ayudantes dicen que hay quienes dicen que si pongo ahí demasiadas plantas, podría morir. Hay tanta luz en esa área que las suculentas viven muy felices.
La ampliación de mi habitación no sólo abarcará tres dimensiones. Tengo el claro proyecto de ampliarla a cuatro. Colocaré un acceso a un desayunador justo frente a mi cama. En la pared que queda ante mí cuando duermo. Es decir, en el techo de mi habitación. Por la noche daré pasos sobre el ventanal que queda a mis pies, y como seré tan ligera como un sueño, mucho más que una niña anoréxica, no quebraré ningún vidrio. El desayunador tendrá una ventana que dará a una mañana soleada, siempre hermosa, que entrará gentilmente cuando yo empiece a dormirme y me despertará en un día que pertenecerá a la dimensión desconocida. Este último punto de mi proyecto no me agrada tanto, porque lo imposible suele estropear los planes. Sin embargo para mi, que tengo el poder de hacer de los imposibles aburridas realidades, nada parece demasiado imposible.
Últimamente he soñado con un hermoso can de grandes ojos. Pienso invitarlo a venir dentro de mi cuarta dimensión. Cuando cruce mi can por la puerta que construiré en el techo de mi habitación, tomará forma humana y masculina, y será mi amante. Cuando tengo un sueño feliz siempre le agrego magníficas escenas de sexo que pueden durar toda la noche. La felicidad debe ser el sueño del sueño mismo que se cumple en un estado horizontal, como en el vuelo, como en el andar de un perro y como en el sexo. Cuando un sueño alcanza la verticalidad se desmorona.
He proyectado ampliar el jardín de mi casa para que ahí viva una hermosa pareja de borregos. Ellos podarán el pasto y me regalarán buen abono para mis ciruelos. He soñado prolongar mi camino hasta el infinito. Un camino bordeado por una arboleda nunca es suficientemente largo. He soñado con eternizar el paraíso; pero caigo en la cuenta de que merezco la sequía y el frío abrasador. La eternidad de la belleza no existe a menos que seamos capaces de inventar una sequía llena de abundancia y un invierno lleno de calor.
Últimamente he soñado con un hombre que tiene ojos de perro. De tanto soñarlo he decidido invitarlo al departamento que construiré después de abrir una puerta en el techo de mi cuarto. La cruzaremos juntos: ahí habrá un desayunador, una ventana, un hogar... Podría ser un departamento en la ciudad. La felicidad también es un asunto cosmopolita. Ruido, vida nocturna, diversión, tráfico, trabajo, besos apasionados por la noche… Las ventanas de nuestro departamento darán a un parque habitado por árboles gigantes; ahuehuetes antiquísimos bordearán un lago; robustos y solitarios tejos vivirán a lo lejos. Ese enorme parque estará rodeado por altísimos edificios cilíndricos, que a su vez estarán rodeados por extensos parques que se multiplicarán hasta el infinito.
Tengo el proyecto de ampliar mi vida. Construiré una ciudad horizontal en el techo de mi cuarto. Una ciudad que conviva con el campo, donde miles de pájaros coloridos vuelen por las avenidas, donde abunden ríos y lagos. Una ciudad de verdad. Dejaré entrar en mi enorme vida a un hombre con los ojos de perro.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Horizontales, con los ojos perennemente abiertos, somos como peces librados siempre de ser pescados. Un instante antes escapamos. El anzuelo nos seduce mas sólo lo lamemos, como si fueran labios acerados. No caemos. ¿Cómo caer si siempre estamos, siempre somos horizontales? Así haremos de veras eterno el paraíso.
El jardín florece en ti. En el espacio sin fin que es tu recámara que crece. En el sueño que se desdoble felizmente en un sueño que se sueña y te sueña. Aun en la ciudad, en su agua turbia que tú purificas.


El texto de Rowena, este texto, es uno de los más hermosos suyos que he leído. Un gran texto. Cautivador.

Juan José Reeyes

Anónimo dijo...

Se expande nuestra vista, Luego nuestra mente, luego nuestra vida, luego nuestro mundo, y luego nuestro universo.
Aun que de igual manera todo termina arriba, abajo, en un lado ó en el otro en un universo circular y giratorio, como la maquina de chicles esa, je.

Aun que “supongo” que estoy también de acuerdo con el Sr. Juan Coche

Canalla dijo...

Coincido con Juan J. Reyes: cautiva. Gracias a la memoria caché atestigué en el reader -como en un laboratorio mágico- su transmutación: en sólo un punto me gusta más la prima versión, donde el hermoso can de grandes ojos los tenía almendras, aunque esa sea una nimiedad, supongo. ¡Quién fuera perro u hombre de cánidos ojos para habitar así fuera el sueño del sueño mismo, apersonarse y no ser el otro, el desconocido! Un beso, Rowena.

Anónimo dijo...

Que bonita,...imaginación,...bendita,....pero la dimensión que describes se plantea de forma vertical, y se goza de forma horizontal... cuando caes satisfecho de tenerla.....para que soñar?¿ lo que puedes realizar......que bueno que te mantienes fuera del alcance, junto a las suculentas……en la cumbre de tu casa, porque ya te hubiere´n cercado cual Rhodesian Ridgeback…..en el campo.. o la ciudad.

Rowena Bali dijo...

Querido Tin Ojos de Perro: deberías venir más seguido a comentar mi blog.

Gabriel: me gusta que seas observador. Omití el color de los ojos del can por un mal motivo; tengo muchos amigos y conocidos que tienen los ojos almendra y no quería que ninguno de ellos se sintiera aludido. Tengo un tontísimo problema con las aluciones literarias accidentales; están empezando a invadir mi vida personal molestamente.
Conozco muy pocos hombres con ojos de perro.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hubo mujer de ojos negros que con sus deseos y sueños era capaz de empujar piedras y paredes. Su fuerza llegó a ser tan grande que en su sala cabía Asia, en la cocina America, en el dormitorio Europa, en su cama Africa y todas las demás islas del mundo estaban en su tina. Un día se dio cuenta que todos vivían en su casa, y se engentó. Su casa era preciosa, pero todos tenían ideas de como arreglarla. Entonces se convirtió en las Pléyades. Yo he hecho una ventana en el techo para ver su casa.

m.r.p.

m.r.p.

Anónimo dijo...

P.D. Mi perro le aúlla a ella y no a la luna.

Fernando Sojo dijo...

Row:
Hay por fortuna en el arte , arquitecturas ontológicas donde encuentro la maravilla constructiva de un texto, en la simple respuesta de edificar el mundo propio con la facultad de escribir y crear.
Uno encuentra el éxito en la simbiosis donde imaginación y realidad cruzan tierra, para florecer como estas bellas imágenes de tu jardín que contemplo en las manos de tus cuidados a luz de los hermosos ojos verdes de ésta primavera.
Fernando Sojo Malacara

vuelo de la mariposa dijo...

leí tu idea de construir una ciudad y estoy pasando por lo mismo, ahora estoy construyendo no una ciudad, construyo mis alas de mariposa para poder viajar por la ciudad...que digo la ciudad, el mundo, recorrer cada pequeño lugar y conocer todo lo que me espera...talvez algún día de con tu ciudad y si es así, te presumiré mis alas,suerte con tu construcción, por lo que leo será maravillosa...