Siendo aun muy niña alguien me dijo que en una de mis vidas pasadas mi nombre había sido María Antonieta; yo no había sido la reina, sino otra, una mujer intrascendente. Curiosamente, pensar en la cabeza cortada de la reina constituyó los pininos de mi imaginación morbosa. A partir de ese momento mi cabeza no volvió a abandonar la sangre. Mi tierna infancia estuvo oscurecida por sueños recurrentes sobre soldados y playas cubiertas de cadáveres. Una playa, pues, no fue nunca para mi solamente el lugar sano y alegre de los vacacionistas, sino el lugar de las ejecuciones y las repeticiones de las balas, el lugar de los decapitados, el lugar donde desaparecía rápidamente la carne de los muertos al calor de las aves.
1 comentario:
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Hay sueños fuertes, en la mente de todos lugares donde se debe defender la tranquilidad, cada quien sus sueños, pero es bueno que la realidad sea diferente.
Hablando de decapitadoas uno de los sueños macabros que tenía en la infancia era de un Jesucristo en un parque de diversiones, la multitud buscaba su cabeza sangrante.
Entré a un terreno baldío lleno de sangre y la encontré tomé la degollada cabeza sangrante del pelo, pero era demasiado latosa, al caminar con ella, gritaba la testa en tono orático insultante;- Récenme,tienen que rezarme, los condeno, si no creen en mi nadie se salva bola de estúpidos, estupidos , soy su Dioooossss,IDIOTASSSSSSSSSS.
Honestamente no hallaba como callarle la boca.
Hasta que ví y decidí subirme a una Montaña Rusa, amarré la cabeza a un carro un trasero, diciéndole a aquella cabeza decapitada ; aquí no insultas a nadie y la gente no va escucharte, por que viene a divertirse con sus propios gritos.
Nunca había comentado públicamente esto hasta hoy.
Fernando Sojo
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