Quizá la torre de Babel fuera la representación de un mandala universal, o la mejorada versión del monte Ararat o fuera sólo un edificio desmesurado ocurrido en la primera mente egocéntrica del mundo, recinto sagrado o lugar de combate contra los cielos...
A partir de la llegada de un grupo de hebreos a Babel -con el objetivo de remozar la ciudad-, el mito de la gran torre corrió por los pueblos y se insertó perennemente -con amplias variantes- en la memoria histórica de todos los pueblos.
El registro de un gran diluvio universal, según Emmanuel Anati, se encuentra en casi todas las culturas: Desde África hasta América, en Irlanda, en medio Oriente... La cultura judeo cristiana lo difundió a través del pasaje de Noé, que salvó a las especies y a los hombres con quienes encalló sano y salvo en el monte Ararat.
Para vencer el miedo al cataclismo y sortear a la divinidad capaz de provocarlo, los asirios construyeron la torre de Babel. Sobre ella descansaba –además- un recinto para albergar la unión de un hombre –el rey asirio- y una diosa, misma que habría de sellar un pacto que perpetuaría la vida humana sobre la tierra.
Para vencer el miedo al cataclismo y sortear a la divinidad capaz de provocarlo, los asirios construyeron la torre de Babel. Sobre ella descansaba –además- un recinto para albergar la unión de un hombre –el rey asirio- y una diosa, misma que habría de sellar un pacto que perpetuaría la vida humana sobre la tierra.
Aquella torre de dimensiones estratosféricas pretendió ser más alta que el monte más alto que alcanzara el segundo diluvio universal. Sobre los cimientos en forma de sartén cuadrado que la fundamentan queda el rastro de una cultura primigenia, de una lengua y una sola raza que pecó de soberbia: que se inconformó con el orden divino.
¿Qué quisieron los Babelianos? Una ciudad, una construcción muy alta que les diera fama, pero además desearon –según otro mito hebreo- tener un punto estratégico para que las lanzas humanas alcanzaran el cielo contra el cual emprendieron una lucha que los llevó a la debacle total. Cuando los hombres, apostados en la cima de la torre, tiraron sus lanzas contra el recinto divino, éstas regresaron bañadas en sangre, motivo por el cual se creyeron capaces de asesinar a todos aquellos que estuvieran allá arriba. De inmediato Yahvé (antes de ser apenas ligeramente herido) generó una catástrofe; para vencer y castigar a los hombres, los diversificó, los dividió y este principio generó la multiplicidad lingüística que acabó por dispersarlos totalmente.
¿Qué quisieron los Babelianos? Una ciudad, una construcción muy alta que les diera fama, pero además desearon –según otro mito hebreo- tener un punto estratégico para que las lanzas humanas alcanzaran el cielo contra el cual emprendieron una lucha que los llevó a la debacle total. Cuando los hombres, apostados en la cima de la torre, tiraron sus lanzas contra el recinto divino, éstas regresaron bañadas en sangre, motivo por el cual se creyeron capaces de asesinar a todos aquellos que estuvieran allá arriba. De inmediato Yahvé (antes de ser apenas ligeramente herido) generó una catástrofe; para vencer y castigar a los hombres, los diversificó, los dividió y este principio generó la multiplicidad lingüística que acabó por dispersarlos totalmente.
El tema de la Arcadia (situada geográficamente en Grecia, antiguo pueblo de pastores que fundó una confederación de tres repúblicas independientes de Esparta) ha generado reacciones en el arte de todos los tiempos, la Arcadia ha pasado a ser el paraíso bucólico de la literatura. Tan recurrente como la Arcadia es la tierra de Utopía engendrada en la mente de Tomas Moro… la torre de Babel llegó a estar tan de moda que sus distintas representaciones se reprodujeron en las primeras imprentas que existieron, durante varios siglos, miles de veces.
Babel fue la ciudad inconclusa de quienes se creyeron capaces de construir un recinto más potente que el otorgado por Yahvé: un recinto donde el cataclismo no pudiera vencer.
Babel fue la ciudad inconclusa de quienes se creyeron capaces de construir un recinto más potente que el otorgado por Yahvé: un recinto donde el cataclismo no pudiera vencer.
La humanidad, dirigida por una sola lengua, por esta suerte de hebreo, esta especie de esperanto, de lengua franca que es el inglés actual; por la globalización y otras astucias de la tecnocracia, reconstruye una y otra vez su gigantesca torre de Babel.
3 comentarios:
Comento acá en los cimientos, sin interferir con los complicados cálculos para soportar el peso de la construcción. Escribes sobre uno de los temas que más me apasionan. Ahora
quiero leer al tal Anati: a ver si consigo algo suyo. Ya escribo algo, con toda la acusiocidad a que obliga tu invitación. Pronto te lo enviaré. Saludos.
Muy interesante. Saludos.
JB
La humanidad ya habla un lenguaje universal, la ciencia. Lo que no soportaron los miembros de sanhedrin es no ser ellos los dueños de las voluntades. En todo caso, el pecado de los babelianos fue atacar a dios en vez de ignoralo, y seguir construyendo........
mrp.
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