Y en el último tramo que caminaron juntos le dijiste que no da suficiente luz ese farol que se prende con alcohol e ilumina
las faldas que se pasean en la noche por esa calle de la ciudad. Tú quieres una
luna llena y un sol que iluminen la ciudad completa, sus edificios, su pasado, su futuro, su comida, su bebida, su tradición, sus plazas,
monumentos, parques, jardines; los cielos, las nubes, el campo, sus despegues, sus tierras cultivadas, sus aterrizajes; todos y cada uno de los
resquicios del mundo visible e invisible; las costas, los mares, las playas,
las cordilleras, los pueblos, las sierras, los acantilados, los valles, los ríos,
los arroyos, los manantiales, los lagos, las lagunas, los cenotes, las
cascadas, todos los litorales, los arrecifes, los fondos más oscuros de todos
los océanos, los pozos, los ríos subterráneos, las cuevas, las montañas, los
cerros, cada una de las calles, las brechas, los senderos, los empedrados, las
calzadas, los bulevares, las callejuelas, los callejones, las carreteras, las
calzadas, los caminos de piedra, el camino que lleva hacia tu casa, hacia tu
cuerpo, tu alma y tu vida. Los tramos más oscuros de tu existencia sobre este mundo serán iluminados
por la mirada de un amigo a quien ames.