Ojalá el tiempo pasara tan lentamente como antes,
recuerdo la eternidad de mis días previos, cuando no pasaba nada y yo
sabía todo, sin saber nada, y gozaba,
ávida siempre de mí, con las luces del universo apagadas, mientras flotaba en
una laguna subterránea, inmóvil, estancada. Desde que volví a nacer me
desconozco, abrigada en este traje de luces que ni siquiera me queda: yo
provengo de la oscuridad, tanta luz me ciega, soy el yin, el otro lado de la
luna, soy todo lo que ustedes quieran, pero en negro.