Tú eres parecido a mi, pero no eres yo y tus cualidades son opuestas y complementarias a las mías. Soy tu lado contrario. ¿Ya comprendiste? Soy el que se refleja en tu espejo, lo que quieres ver de ti mismo a través de tus ojos. La carne de tus adentros. Algo nos diferencia: tu dolor es soportable, estás preparado para morir. Yo no. Tengo la misión de quitarte la vida, lenta e hipócritamente. Yo siento un dolor perenne que sólo se aliviará con tu muerte. Tú te irás y me liberarás. Tengo un pacto con Dios y Él me otorga el derecho de mentirte, de irte llevando con lisonjas y argucias por una vereda a veces tortuosa y gris, a veces recta, limpia y florida, hasta la muerte. Estoy pudriéndote dulcemente, cuerpo mío. Te daré lo que quieras, tus antojos te los voy a cumplir uno a uno mientras pueda, pero cuando ya no pueda te cobraré el placer con dolor y la vida con muerte.