Y para no dar hilacha suelta
a mi amor por ti, Intolerancia,
mejor me quedo encerrada.
He puesto una puerta negra
y más de cien candados entre tú y yo.
Intolerancia, querida:
nunca te tocaré,
nunca me abrazarás,
nunca te lameré,
nunca te sanaré ninguna herida...
Prefiero atrincherarme,
armarme,
agazaparme
y apostarme
con un tigre
que entregarte
esta cordura que ahora peligra.
Y conforme más me acerque
a la vejez y a la pasión,
Intolerancia mía,
más puertas
y candados pondré.
No mirarte esa sonrisa de insignia
será mi consigna.