Hay un ejército destinado a ir tras nosotras y regresarnos una y otra vez a la oscuridad para que nadie vea que la mitad del talento de este mundo es nuestra. En ese ejército militaron también algunas y algunos hoy desertores que terminaron por entender que el camino del odio misógino no conviene a la vida. En este ejército misógino han militado hombres y mujeres por igual; muchas mujeres mercenarias que vieron a la otras como competencia, jamás como aliadas, que traicionaron por envidia, por celos, porque tuvieron el ego maltrecho, porque se contagiaron de la enfermedad que las golpeó y las humilló.
Somos una amenaza para ellos; tan listos, tan mentirosos, tan superiores, tan fortachones, tan irresponsables, tan preocupados por silenciarnos, porque nuestros nombres y logros se olviden en la historia, por clavarse nuestro crédito o porque mínimo aparecerá después que el de ellos. Tan preocupados y preocupadas porque nuestra belleza se vea fea.
Hace mucho tiempo que sufro violencia de género , desde que naci. Unos minutos después de mi nacimiento un médico pervertido metió su dedo de látex en mis genitales, lo mismo hizo el pasajero del transporte público, el amigo al que apenas estaba conociendo, incluso el familiar cercano. Han creado el mito de nuestra debilidad y nosotras lo hemos creído; han decretado el derecho tácito sobre nuestros cuerpos nomás porque se les antojan mucho ¿quién les metió esa idea en sus cerebros dominados por la grandeza o la pequeñez de un falo?
Hoy tengo que enfrentar situaciones legales en las cuales los señores y señoras funcionarias que proveen la justicia incumplen sus plazos para entregar documentos. Dicen que mañana, que en que en el transcurso de la semana, que dentro de un mes y no hacen nada; ciertos prestadores de servicios; los mecánicos, por ejemplo, hacen lo mismo: cometen fraudes, hurtos, abusos ; siempre con cara amable, cauta, burlona. Si eres mujer se ensañan, todo te lo complican, te lo ponen más caro, en tanto se jactan de estarte viendo la cara de pendeja. Creyéndose muy listos y listas cometen grave discriminación en varias órdenes. El sistema legal mexicano está plagado de ese tipo de cosas: demandas de mujeres ignoradas en favor de los hombres demandados, nomás porque el macho prima, no la justicia, dan pena y es una pena más que conocida. ¿Alguien conoce algo o alguien diferente?
La misoginia es un pecado universal que se manifiesta en asuntos tan frusles como envidiar y odiar la belleza de una mujer y publicar en redes y chats fotos que no le hacen ninguna justicia, detenerse en el video para sacar la captura de pantalla en la cual cierra los hermosos ojos y frunce la boca, aplicar filtros y hasta inteligencia artificial. Pero el asunto de la injusticia hacia las mujeres se torna realmente tristísimo y profundo cuando, por ejemplo, vemos a la familia pobrísima que vende a su hija sin importar el destino que tenga, da igual; ser víctima de abuso sistémico y sistemático es el único camino de esa niña. Hay, pues, muchas niñas pobrísimas en el mundo, lo mismo que ancianas. “Pobreza" es un sustantivo femenino.
Ahí están los ejércitos para mantener a la bruja, a la mala, a la puta, a la arpía, a la víbora, a la desvergonzada, a la zorra, en su sitio, que no se mueva del lugar que le corresponde en la oscuridad. La cosa puede ir desde ahí hasta el arma, la tortura dolorosa y la muerte violenta, entre otras cosas: el odio misógino tiene gradaciones y volúmenes.
Puedo confesar ahora, después de mucho tiempo de hablar y hablar con mi sabia terapeuta japonesa, que he sido intensamente feliz, que soy afortunada y hace mucho tiempo que creo en Dios, sí, y vivo agradecida porque he dejado de creer en la gente. Que he sobrevivido a las violaciones, a los golpes, a la traición de mi propia familia, de mis propias amigas, a la discriminación xenófoba de quien me empuja en la calle diciéndome “pinche gringa”, o al desconocido que me tilda de Whitexican, o a la compañera de trabajo que sin conocerme casi nada, se toma la atribución de decirme enfrente de todos “Barby”. Quizás no quieran saber que soy sólo una mexicanísima güera de pueblo, y a mucha honra, que se ha dedicado a trabajar toda su vida. Mis logros están ahí, aunque el ejército machista que transita por cielo, mar y tierra, pretenda enterrarlos algún día, castrarlos en su historia escrita con “o”: desaparecerlos en ese historio ilusorio y pendejo en el que nosotras no estamos, donde a lo lejos nos vemos siempre pariendo y alimentando a los hijos que ellos nos sembraron, o haciendo el ridículo, cometiendo algún error que da al traste con la paz en la trama. Un historio donde todas las cosas que importaban las hicieron ellos, donde la vida que salía de nuestros cuerpos no significaba nada.
Desde hace mucho tiempo he desertado del ejército misógino, he dejado de creerme las afirmaciones machistas; procuro dar su lugar, en la medida de mis posibilidades como editora, escritora y locutora, a las mujeres que admiro, que son muchas; mostrar y hablar en lo posible acerca de los talentos femeninos que abundan en mi camino.
Métanselo en la cabeza o dejen de mentir: no somos recién nacidas, hemos sido creadoras, inventoras, artistas, científicas, políticas, desde que estamos, nuestra historia es vieja y reciente y seguimos sobreviviendo a su deseo de borrarnos.
